viernes, 28 de febrero de 2014

El castellano de la RAE, Books Ngram Viewer y los libros

Con todas sus limitaciones, el llamado «corpus de Google», Books Ngram Viewer, nos ofrece una base de datos más donde contrastar el uso del castellano estandarizado actual.
Un ejemplo: la RAE y la Asale proponen en el Diccionario panhispánico de dudas la forma yincana como adaptación gráfica de gymkhana, y dan como incorrectas las grafías gincana, gymkana y gimkana. 
En una búsqueda de las formas gincana (forma registrada por el Corpus del Español Actual de la RAE) y yincana (forma inexistente en el mencionado CREA), Ngram Viewer demuestra que no hay ni un caso de la forma académica en todos los textos en lengua castellana indizados por Google.



Evidentemente, a fuerza de dar pábulo a una adaptación sin tradición, la RAE puede perfectamente introducir en el uso la forma yincana, que ya se encuentra en su Corpus del Siglo XXI, aunque gincana siga siendo mayoritaria. Todo dependerá de la capacidad crítica de los usuarios a la hora de entender su propio papel en la extensión de un estándar. 

Por ello, amigos editores, os recordamos lo que dice el propio vicedirector de la RAE: no hay obligación alguna de seguir la norma académica, menos aún cuando nos parezca aberrante. Si nos comportamos como simples acatadores, podemos acabar publicando un texto lleno de palabros que no reconozca nadie y cuya pronunciación esté lejos de ser común entre los hablantes. 
Y extiéndase esta recomendación a ese apaño académico llamado monosílabos ortográficos, tan controvertidos entre los propios académicos que ni las enmiendas a la próxima edición del DRAE los reconocen.

Montse Alberte y Silvia Senz

Los tópicos del supremacismo lingüístico español, en preguntas y respuestas

jueves, 20 de febrero de 2014

Las guías de estilo editorial: historia, tipología, materializaciones y contenido

[Artículo actualizado y muy ampliado el 9/11/2011.] 
 

 

A fin de armonizar y optimizar la labor de todos los que intervienen en la elaboración, edición y producción de una publicación, las editoriales suelen valerse de guías internas de trabajo, llamadas genéricamente libros o guías de estilo, que pueden afectar a todas las publicaciones de la editorial, a una colección o a una publicación en concreto, particularmente singular y compleja.

El objetivo de esta compilación de indicaciones y normas es permitir a los integrantes del proceso de redacción y edición:

  • lograr la mayor eficacia en la labor de cada uno,

  • conseguir la máxima unidad de criterio posible entre todos y, con ello, cristalizar en todos los elementos de la publicación (texto, tipografía e ilustración) la imagen corporativa del medio,

  • y orientar su trabajo a las necesidades particulares de una determinada materia o colección, a las preferencias del editor, al tipo de producto impreso que comercializa y al tipo de lector al que se dirige.



1. Tipos de guías de estilo


Tradicionalmente, se han acuñado los textos que compilan la normativa editorial (general o específica) con muy variados nombres: normas editoriales, prontuarios editoriales, cartillas tipográficas, códigos tipográficos, libros de estilo, manuales de estilo... Esta caótica terminología ha dio pie a propuestas de uniformación en la nomenclatura y de categorización tipológica, como la que realiza José Martínez de Sousa en su Manual de estilo de la lengua española (en la 1.ª ed.: Gijón, Trea, 2000, pp. 35-39), que propone una clasificación basada en:

  • su contenido (norma lingüística, norma tipográfica, norma ortotécnica, norma documental, deontología profesional, legislación, estilo redaccional, etc.);

  • su campo de conocimiento (ciencia, técnica, humanidades, etc.),

  • su ámbito de aplicación (público, interno; general, especializado, de administración, prensa, editoriales de libros, imprentas, comunidad científica, etc.);

  • su estilo normativo (sólo prescripción o combinación de contenido descriptivo y normativo).

Pese a que esta impecable taxonomización no tiene, en la práctica, correspondencia con los muy variopintos y confusos títulos que este tipo de guías suelen exhibir, merece, sin embargo, la pena ahondar en la caracterización realizada por Martínez de Sousa para poder navegar sin perder el rumbo por el cada vez más proceloso mar de obras de estilo editorial. 

Valgan, pues, estas orientaciones críticas para identificar sus materializaciones y aspectos más relevantes y bordear prudentemente el resto.  

 

1.1. Los códigos tipográficos  

 

Los códigos tipográficos son publicaciones normativas, que recogen las reglas para la realización de un impreso, particularmente las de grafía tipográfica. Su contenido se limita a recoger el canon de escritura con tipos de imprenta (macro y microtipografía) de una lengua y de una tradición impresa.

Precedidos por la publicación en 1608 de la Orthotypographia del alemán Hyeronimus Hornschuch, desde el siglo XVIII proliferaron en Francia diversos manuales de tipografía de la mano de impresores y tipógrafos que publicaron sus tratados con la intención de difundir y fijar el arte de la imprenta y de mejorar la calidad textual y gráfica de los impresos. Pero no sería hasta la primera mitad del siglo XX cuando, en la misma Francia, se publicó una obra destinada a uniformar diversos aspectos de la escritura en francés con tipos de imprenta, que devendría de referencia común: el Code typographique – Choix de règles à l’usage des auteurs et des professionnels du livre, Fédération nationale du personnel d’encadrement des industries polygraphiques et de la communication (1.ª ed, 1926-17.a ed., 1993), considerado durante largo tiempo a en el país vecino como la biblia de los tipógrafos, y también de los correctores y de los escritores en lo relativo a grafía tipográfica. Su modernización en la obra de nueva planta Nouveau code typographique (1997) no consiguió mantener su crédito, sino todo lo contrario: permitió que obras superiores acabaran supliendo el papel referencial del viejo Code. Este fue el caso del Lexique des règles typographiques en usage à l’Imprimerie nationale (1971, 1.ª ed.), del tratado publicado en la suiza francófona Guide du typographe – Règles et grammaires typographiques à l’usage des auteurs, éditeurs, compositeurs et correcteurs de la langue française (1948, 1.ª ed.), y del quebequés  Le Ramat de la typographie (2002), de Aurel Ramat, cuyas discrepancias manifiestan el actual distanciamiento en los criterios tipográficos seguidos en el mundo francófono. 

Pese a que la imprenta española bebe de la tradición tipográfica francesa, las normas de composición tipográfica y de ortotipografía han estado dispersas durante siglos en infinidad de fuentes. Aunque en la actualidad algunas de estas convenciones están recogidas por organismos normalizadores nacionales (como las normas UNE de la Asociación Española de Normalización, AENOR), que a su vez son reflejo de normas internacionales (las normas ISO), la mayoría siguen teniendo registro particular y muestran una preocupante tendencia a la innovación errática. 

Hasta ahora, lo más parecido a un código tipográfico de uso general que existe en el ámbito hispanohablante es el Diccionario de ortografía técnica, de José Martínez de Sousa (Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1987, reimpr. 1999), refundido en su Ortografía y ortotipografía del español actual (2.ª ed., Gijón, Trea, 2008; en revisión), parte de la cual se refleja también en su Manual de estilo de la lengua española (5.ª ed., Gijón, Trea, 2015). 

Para el catalán son referencias generales el Manuald’estil: la redacció i edició de textos, de Josep M. Mestres, Joan Costa, Mireia Oliva y Ricard Fité (1-4.ª eds. en Eumo Editorial; desde la 5.ª ed., 2019, disponible en línea) y la Ortotipografia: manual de l’autor, l’autoeditor i el dissenyador gràfic, de Solà y Pujol (Barcelona, Columna, 1995).

 

En México, Roberto Zavala Ruiz y Jorge de Buen muestran en sus obras la línea continuista de la tradición tipográfica hispánica, si bien es sabido que, particularmente, el mundo editorial de la América latina del norte y del centro del continente manifiestan una fuerte influencia de los usos ortotipográficos recogidos en los manuales de estilo anglosajones.

Con escasísimo acierto y poca concreción, la Real Academia Española ha querido también explorar en su últimas obras este campo de la escritura, que nunca le ha sido propio y para ahondar en el cual no reúne personal interno ni asesoría debidamente cualificados, como José Martínez de Sousa ha puesto reiteradamente en evidencia (cf. 1 y 2).  

 

1.2. Los libros de estilo 

 

Aunque en algunos casos se comercialicen, los libros de estilo son prontuarios (obras de tipo normativo) para uso interno de una editorial, destinados al personal del medio. No suelen hacer explícito el nombre de sus autores (personal, por lo general, del propio medio editorial), puesto que reflejan de hecho el punto de vista de la empresa editora, no el de uno de sus miembros. Tienen un cariz normativo y un estilo expositivo y directivo, puesto que pretenden dar pautas claras y directas, y soluciones de urgencia al redactor periodístico.

Aunque también existen libros de estilo institucionales, en el medio editorial los hay de dos tipos:

  • libros de estilo de publicaciones periódicas (muy usuales en prensa) 

  • y libros de estilo de publicaciones librarias.

     

1.2.1. Libros de estilo de publicaciones periódicas  

Los libros de estilo de prensa y revistas son prontuarios (obras de tipo normativo) de estilo periodístico para uso interno de una publicación periódica, nacidos en la prensa estadounidense en la primera mitad del siglo XX (1931, primera edición del libro de estilo del Daily News) con el fin de establecer cánones deontológicos y retóricos específicamente periodísticos, y soluciones unificadas a problemas de grafía.

Aunque nacieron en los Estados Unidos, hoy se hallan extendidos por todo el mundo. Todo periódico que se precie tiene el suyo (o sigue, en líneas generales, uno establecido por otro periódico). En España, entre los libros de estilo periodísticos en castellano sobresalen el del grupo Vocento, el de La Voz de Galicia, el de El País, el de El Periódico, el de La Vanguardia y el de ABC. Lo tienen, asimismo, ciertas emisoras de radio y televisiones. La radio cuenta con el Manual de estilo de RNE; las agencias de prensa, con el excelente Manual de español urgente, y la televisión, con el Manual de estilo de TVE, entre otros.

A pesar de que, por el hecho de responder a necesidades y criterios privativos, los libros de estilo no presentan —justificadamente— unidad de criterio lingüístico, la regulación de la lengua española está presidida por una ideología homogeneizadora y autoritaria, que entiende esta divergencia como un comportamiento díscolo y «peligroso» para la unidad idiomático-espiritual de todos los países donde el castellano es lengua hegemónica. Por ello, como parte de una política de Estado en torno al castellano cuyo objeto fundamental es fijar una forma común del idioma y un imaginario igualmente común en torno a ella, desde España se impulsaron diversas iniciativas para uniformar los usos en los medios de comunicación a ambos lados del Atlántico: la creación de la Fundéu-BBVA (hoy, Fundéu-RAE), que opera también en algunos países latinoamericanos, y la firma de un convenio entre la RAE, la Fundéu-BBVA y muy diversas cabeceras de prensa y grupos de comunicación de España y América, por el cual las empresas mediáticas suscriptoras se comprometían a adoptar en sus respectivos libros de estilo las pautas establecidas en el Diccionario panhispánico de dudas (DPD2005), aun cuando no fueran adecuadas ni suficientes para atender a las necesidades de un medio masivo (v. tb. Silvia Senz, Jordi Minguell y Montserrat Alberte: «Las academias de la lengua española, organismos de planificación lingüística», en: Senz, Silvia/Alberte, Montserrat: El dardo en la Academia. Barcelona: Melusina, 2011, vol. 1, 371-550; esp. pp. 518-524). Habiendo quedado obsoleto el DPD2005, este acuerdo se limita hoy al seguimiento de las recomendaciones de la Fundéu, que más de una vez entra en conflicto con el uso lingüístico en cada país y con las necesidades específicas de cada medio, como ya vimos en esta entrada

Ahondando en este objetivo de ejercer control sobre la práctica escrita y homogeneizarla, la RAE publicó en el 2020 un Libro de estilo de la lengua española (según la norma panhispánica, cuya pretensión ya no es solo unificar los libros de estilo de los medios escritos existentes, sino también los audiovisuales y la escritura de los usuarios en los medios digitales y la pronunciación. Todos estos fines son evidentemente absurdos, porque, como hemos dicho:

  • van en contra los principios que guían los libros de estilo; 

  • teóricamente al menos, la RAE renunció hace años a dar norma ortológica (correcta pronunciación) dada la diversidad de hablas utilizadas en los medios e industria audiovisual), y además

  • los usos escritos en mensajes de textos, whatsapps (wasaps para la RAE), tuits, etc., son formas particulares, libres, espontáneas y muy contextuales y cambiantes de expresión verbal y gráfica, que no son fijables, homogeneizables, simplificables, ni regulables.

En el ámbito anglosajón, un entorno presidido por el liberalismo normativo, donde los modelos de referencia llegan a serlo en función de su excelencia y utilidad, existe una obra de consulta común de los medios por mérito propio —y no como resultado de una política lingüística de Estado con alcances económicos y geoestratégicos—, que sirve de modelo para la redacción de los libros de estilo particulares; se trata del The Oxford Dictionary for Writers and Editors (2.ª ed., Oxford, Oxford University Press, 2000), que cuenta con una nueva edición: New Oxford Dictionary for Writers and Editors: The Essential A-Z Guide to the Written Word (2005).



1.2.2. Los libros de estilo bibliológicos  

Los libros de estilo bibliológicos son textos normativos, editados por y para las editoriales de libros, que tienen su precedente histórico en los códigos tipográficos y las normas ortotipográficas recogidas en los libros sobre técnica tipográfica. Son por lo general obras breves, que atienden especialmente los problemas y dudas que se plantean en determinadas líneas editoriales, por sus características temáticas y procedimentales, y por el perfil del lector al que van destinadas. 

Hay casi tantos libros de estilo editoriales como empresas editoriales, en no pocas ocasiones con discrepancias poco justificadas entre unos y otros, que responden más al capricho de sus redactores o del editor que a un criterio sólido, y que suponen un quebradero de cabeza al traductor (y el corrector) que trabaja para más de una editorial, por tener que memorizar cada una de esas divergencias gratuitas. 

 

1.3. Los manuales de estilo generales y especializados 

 

Los manuales de estilo son obras de carácter descriptivo y explicativo, además de normativo, editadas para un público amplio, que recogen tanto el contenido de los códigos tipográficos como las normas para la redacción y edición de obras académicas o científicas.

En el mundo anglosajón son obras de común referencia en el ámbito de las humanidades el Copy-Editing: The Cambridge Handbook for Editors, Authors and Publishers (de Judith Butcher; 2006, 4.ª ed.), el The Oxford Guide to Style (de Horace Hart; 2002), el MLA Handbook for Writers of Research Papers (de Joseph Gibaldi y Phyllis Franklin; 2003, 6.ª ed.) y el The Chicago Manual of Style (2010, 16.ª ed.). En el ámbito de las ciencias sociales, el Publication Manual of the American Psychological Association (2020, 7.ª ed.); en el de las ciencias biomédicas, el Scientific Style and Format: The CBE Manual for Authors, Editors, and Publishers (2006, 7.ª ed.).

Para una visión exhaustiva de las entidades, colectivos de especialistas, autores y editores que elaboran los principales manuales de estilo anglosajones del campo de las ciencias, puede consultarse: Emilio Delgado-López-Cozar: «Normalizacióneditorial de las publicaciones científicas en soporte digital», en VV. AA.: Análisis de la difusión digital de los contenidos científicos en las Universidades Españolas con una propuesta de manual de buenas prácticas, Madrid, Fundación Residencia de Estudiantes, 2004, cap. 5, pp. 231-282, esp. 241-252.  

De este tipo de obras, en España sólo disponemos, en el campo de la medicina, del Manual para la redacción, traducción y publicación de textos médicos, de José Luis Puerta López-Cózar y Assumpta Mauri Mas (Barcelona: Masson, 1994) y del Manual de estilo de publicaciones biomédicas, de la revista Medicina Clínica (Madrid, Mosby/Doyma Libros, 1993), que ofrece, este último, de forma rigurosa y coherente, amplios criterios sobre el proceso de elaboración y publicación de artículos científicos, sobre aspectos lingüísticos relacionados con la expresión técnica y sobre convenciones tipográficas del texto científico-médico.



El único manual de estilo de tipo general, especialmente aplicable para las humanidades, que existe en España es el Manual de estilo de la lengua española (5.ª ed., Gijón, Trea, 2015), de José Martínez de Sousa, que es asimismo especialmente útil para el traductor, puesto que casi cada entrada de la parte enciclopédica incluye criterios de traducción, adaptación o transliteración. Para el catalán cumple esta misma función el ya citado Manual d'estil: la redacció i l'edició de textos, de Josep M. Mestres, Joan Costa, Mireia Oliva y Ricard Fité, que sirve además de referencia general para cualquier lengua por la vastedad y rigor con que recoge usos y normas de grafía científica y documental.

En el campo del lenguaje no discriminatorio y de las publicaciones inclusivas, existen dos excelentes manuales:

  1. El Manual de lenguaje administrativo no sexista, coordinado por Antonia M. Medina Guerra (Málaga, Asociación de Estudios Históricos Sobre la Mujer, Universidad de Málaga, 2002.  
  2. El manual de Lectura fácil: métodos de redacción y evaluación, de Óscar García Muñoz (Madrid, Real Patronato sobre Discapacidad, 2012.


 

2. Contenidos habituales de las guías de estilo 


En cuanto a su contenido, en términos generales estas guías suelen:

  • recoger las características gráficas de una publicación,

  • compilar los aspectos del discurso que ocasionan mayor titubeo y más errores al autor, el traductor y a todos los eslabones de la cadena de edición, 
  • y ofrecer a todos ellos pautas redaccionales, tipográficas y metodológicas específicas.

Las guías de estilo van dirigidas a todos los integrantes de la cadena de edición. Este es su contenido exhaustivo relativo al texto, según el destinatario:

 

2.1. Normas que afectan especialmente a los redactores y autores

 

En medios de comunicación: fundamentos y objetivos de la labor periodística.

Criterios de deontología (conducta ética y socialmente responsable):

  • periodística,

  • científica;

  • documental (reconocimiento e identificación de la bibliografía consultada, e identificación y reproducción de las citas textuales).

Estándares propios de las disciplinas de que traten las obras que habitualmente publica una editorial.

Aspectos controvertidos de la disciplina sobre la que tratan las obras que habitualmente publica una editorial.

Instrucciones para la correcta presentación de los originales:

  • uso del programa de procesamiento de textos;

  • formateo de la página (tipo y cuerpo de letra, interlineado, medidas, márgenes y numeración);

  • identificación y presentación de las partes de la obra;

  • formato de presentación de los documentos;

  • organización del texto en partes;

  • tratamiento y disposición de los diversos tipos de texto (texto general, notas, pies de figuras, rotulados de figuras, recuadros de texto, citas intercaladas, remisiones internas, índices y cuadros);

  • sistema y grafía que debe utilizar para las citas textuales, para la manipulación de las citas, para la elaboración de la referencia bibliográfica y para la confección de bibliografías;

  • tratamiento y presentación de las imágenes;

  • grafía de signos y símbolos.

Estilo, tono y estructura de textos específicos:

  • destinados a una sección (si se trata de publicaciones periódicas),

  • destinados a una obra o colección determinadas (si se trata de publicaciones bibliológicas).

Normas de transcripción a la lengua de la publicación de diacríticos y signos especiales de otras lenguas con alfabeto latino (alemán, checo, danés, finlandés, húngaro, polaco, rumano, etc.).

Normas de transcripción a la lengua de la publicación de idiomas con alfabetos no latinos (árabe, búlgaro, griego, hebreo, serbio, ruso, etc.).

Normas de transcripción a la lengua de la publicación de idiomas con escrituras logográficas (chino y japonés principalmente).

Normas de adaptación a la lengua de la publicación de transcripciones (de lenguas en alfabeto no latino o con escritura logográfica) hechas para el inglés o el francés.

Normas de lenguaje no sexista.



2.2. Normas que afectan especialmente al editor de textos y a los correctores (de originales, o de estilo, y de pruebas, o tipográficos)

 

Repertorio de obras y normas de referencia en la editorial.

Aspectos de la ley de Propiedad Intelectual relativos al derecho del autor a la integridad de su obra y al derecho a corregir pruebas.

Pautas generales para unificar criterios.

Normas de alfabetización.

Formación y grafía de abreviaciones (abreviaturas, siglas y acrónimos).

Empleo de mayúsculas y minúsculas.

Grafía de las citas textuales.

Sistema de cita bibliográfica.

Grafía de los lemas.

Grafía de los poemas.

Grafía de los diversos tipos de notas.

Grafía de los diversos tipos de índices.

Grafía de las bibliografías.

Grafía de las cronologías.

Mecanismos de las remisiones.

Grafía de las firmas.

Grafía de los folios explicativos.

Grafía de párrafos, apartados y subapartados.

Grafía y empleo de los símbolos.

Grafía y empleo de signos.

Empleo de los signos de puntuación en tipografía.

Grafía de las cifras y cantidades.

Normas de división y separación de palabras a final de línea en las pruebas tipográficas.

Normas de partición de títulos en las pruebas tipográficas.

Aplicación de las variantes de letra con valor diacrítico: cursiva, negrita, versalita, redonda y redonda entrecomillada.

Lista de errores morfosintácticos habituales (género, número, concordancia, valores verbales, uso de determinantes, uso de preposiciones, uso de formas verbales...).

Criterios unificados en cuestiones que pueden grafiarse y disponerse de más de una manera (con o sin acento; junto y separado; con dos grafías posibles [yerba/hierba]; con o sin inicial mayúscula, con cifra o con letra...).

Lista de palabras habitualmente mal empleadas (impropiedades, anglicismos, barbarismos, galicismos, etc.).

Lista de homófonos y parónimos.

Lista de siglas, acrónimos, abreviaturas y símbolos habituales.

Listas de antropónimos y topónimos dudosos o habituales.

Lista de gentilicios dudosos o poco habituales.

Signos de corrección de estilo y de corrección tipográfica.

Método de la corrección de estilo y de la corrección tipográfica.

Recursos en la red para el trabajo del editor de textos y del corrector. 

 

2.3. Normas que afectan especialmente a los traductores

 

Criterios generales para resolver problemas de transferencia cultural de difícil solución o para los que existen diversas opciones sobre las que el traductor no acaba de decidirse (p. ej., supresión de la referencia cultural, aclaración por medio de nota a pie del traductor o adaptación mediante equivalencia en la cultura de la lengua destino).

Criterios de traducción/transcripción/adaptación:

  • de abreviaturas;

  • de citas e inscripciones;

  • de siglas;

  • de locuciones latinas;

  • de nombres de acontecimientos históricos, guerras y batallas;

  • de antenombres y títulos de dignidad;

  • de títulos y grados académicos;

  • de rangos militares;

  • de antropónimos y de sobrenombres;

  • de nombres propios de religiosos (frailes y monjas), reyes, emperadores, príncipes, cardenales y papas;

  • de nombres de personajes de ficción;

  • de nombres de asambleas políticas;

  • de nombres de partidos políticos;

  • de nombres de asociaciones, entidades, establecimientos comerciales, instituciones, organismos, organizaciones y sociedades;

  • de nombres de modelos y marcas registrados;

  • de nombres de eventos: campeonatos, competiciones, ferias, exposiciones, salones, congresos, jornadas...;

  • de nombres de equipos deportivos;

  • de nombres de deportes y juegos;

  • de nombres de estilos y movimientos artísticos, políticos y culturales;

  • de nombres científicos de animales o plantas;

  • de nombres propios de animales;

  • de nombres propios de aviones, embarcaciones, satélites artificiales, trenes y zepelines;

  • de nombres propios de fenómenos naturales;

  • de nombres de fiestas, conmemoraciones y celebraciones;

  • de nombres de grupos musicales o teatrales;

  • de sistemas de notación musicales;

  • de nombres de premios o condecoraciones;

  • de nombres de órdenes y congregaciones religiosas y de sectas;

  • de topónimos geográficos (físicos y políticos) y de topónimos urbanos;

  • de títulos de conferencias, cursos, tratados y encíclicas;

  • de títulos de obras creadas, publicadas o no (artículos, danzas y ballets, diarios, discos, documentos en línea, esculturas, folletos, canciones, libros, obras teatrales, óperas, películas, pinturas, poesías, programas y series de televisión o radio, revistas, sinfonías y otras composiciones musicales clásicas, tebeos, vídeos, etc.);

  • de títulos de páginas electrónicas y sus partes;

  • de títulos de programas de investigación.

Normas de transcripción de nombres propios y topónimos de lenguas con alfabeto no latino.

Normas de transcripción de nombres propios y topónimos de lenguas con alfabeto latino.

Normas de transcripción a la lengua de la publicación de diacríticos y signos especiales de otras lenguas con alfabeto latino (alemán, checo, danés, finlandés, húngaro, polaco, rumano, etc.)

Normas de adaptación a la lengua de la publicación de transcripciones (de lenguas en alfabeto no latino o con escritura logográfica) hechas para el inglés o el francés.

Lista de extranjerismos ortográficos y ortotipográficos.

Lista de extranjerismos léxicos.

Lista de falsos amigos.

Sistemas de medidas no normalizados y equivalencias en el Sistema Internacional.

Instrucciones para la correcta presentación de los originales:

  • uso del programa de procesamiento de textos;

  • formateo de la página (tipo y cuerpo de letra, interlineado, medidas, márgenes y numeración);

  • identificación y presentación de las partes de la obra;

  • formato de presentación de los documentos;

  • transcripción y tratamiento en la traducción de los blancos del diseño de la obra original;

  • tratamiento y disposición en la traducción de los diversos tipos y estilos de texto (texto general, notas, pies de figuras, rotulados de figuras, recuadros de texto, citas intercaladas, remisiones internas, índices y cuadros).

Recursos en la red para el trabajo del traductor.


Silvia Senz


miércoles, 19 de febrero de 2014

Términos clave en la edición y corrección de textos

Una pequeña selección de conceptos básicos de edición y corrección, extraídos del material didáctico que imparto a profesionales en activo, del Manual de edición y autoedición de José Martínez de Sousa, y de mis artículos «“En un lugar de la ‘Mancha’”... Procesos de control de calidad del texto, libros de estilo y políticas editoriales» (Panace@, vol. VI, n.º 21-22, septiembre-diciembre del 2005), «La edición impresa, una cuestión de estilo» (Páginas de Guarda, n.º 2, nov. 2006, pp. 80-95), «Esencia y vigencia del canon editorial en la edición de textos» (Español Actual, núm. 88 (2007), monográfico «Ortografía y ortotipografía», pp. 43-62) y «Y en el principio fue... la tipografía» (en VV.AA.: Cuaderno de español: ortotipografía, Buenos Aires: Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires-Comisión de Idioma Español, col. Cuadernos Profesionales, 2013):



Proceso editorial: conjunto de los procesos de preedición, preimpresión, impresión y publicación

Preedición: conjunto de estudios, gestiones y pasos necesarios para decidir sobre la conveniencia de editar una obra (libro o revista) o un conjunto de obras (colección).

Preimpresión (edición): conjunto de procesos a los que se somete un original de texto, y de ilustración en obras ilustradas, para darle forma tipográfica, adecuándolo al uso y al lector al que irá destinado.

Impresión (producción o fabricación): en edición en papel, conjunto de procesos a los que se somete un texto e imagen ya tratados, compuestos y compaginados, con forma tipográfica virtual, con el fin de darles forma impresa.

Publicación: operaciones necesarias para sacar a la luz pública una obra ya editada (e impresa en edición en papel), para lo cual es necesario darla a conocer al lector y ponerla a su alcance, por diversas vías.






Edición de textos: conjunto de tareas de preparación, revisión y corrección de un texto.

Preparación (tipográfica): señalización que se realiza en el texto original, según marcas y símbolos específicos, de las pautas tipográficas de composición y compaginación (tipos de letra, tipos de párrafo, márgenes, medidas de caja, sangrías, cuerpos e interlineados, filetes, orden de la compaginación, etc.).


Revisión: en edición de textos, entendemos por revisión todo trabajo de supervisión de un texto, cuyo objeto es evaluar su adecuación a diversos estándares de calidad y a las exigencias del propio editor.

Corrección: en edición de textos, entendemos por corrección todas y cada una de las modificaciones, de fondo o de forma y más o menos sustanciales, que se introducen en un texto, con objeto de ajustarlo a diversos estándares y parámetros de calidad y estilo exigidos por el editor y el medio.






Estilo: en edición se entiende por estilo ciertas formas de escritura y composición tipográfica que obedecen a:

La manera peculiar de escribir de un autor, es decir, las elecciones que este hace entre una serie de recursos lingüísticos y elocutivos a su alcance, en razón de una voluntad comunicativa, y también estética y creativa en los textos literarios.

Esta elección está condicionada:

1) por la personalidad del propio escritor y sus gustos estéticos y hábitos expresivos;

2) por el conocimiento que el escritor tenga del código lingüístico y particularmente del código escrito del idioma en el que escribe;

3) por su dominio de los procesos de composición y autorrevisión del texto;

4) por factores contextuales, como los usos que exige el entorno en el que escribe, su campo epistemológico, el lector a quien se dirige, y el momento cultural y tecnológico en el que escribe.

La manera peculiar de una editorial de dar forma tipográfica al texto de una autor, que viene determinada por:

1) la sensibilidad y gusto estético del profesional (diseñador gráfico, editor...) que decide el aspecto gráfico que va a tener una obra;

2) por su conocimiento de las formas canónicas de composición y compaginación tipográficas y de los sistemas de producción y reproducción gráfica;

3) por su capacidad interpretar un texto, realizando la síntesis de aquellos parámetros comunicativos (mensaje, tema, estructura y función del texto, destinatarios...) que exigirán reinterpretación;

4) por factores contextuales, como el momento cultural y tecnológico en el que escribe.






Calidad estilística y competencia textual:

En una obra original de autor, se entiende por calidad estilística la plasmación de la competencia comunicativa escrita, o competencia textual, del autor, definible por la suma de cuatro subcompetencias:

1) Competencia gramatical. Consiste en el dominio del código lingüístico convencional de la lengua usada: vocabulario (repertorio léxico), reglas de formación de palabras (morfología), de construcción de sintagmas y oraciones (morfosintaxis y sintaxis), significado (semántica), y reglas de representación gráfica (ortografía). La competencia gramatical del autor/emisor permite al lector/receptor una comprensión precisa del significado literal de las expresiones lingüísticas.

2) Competencia contextual. Atañe a la producción adecuada a los elementos contextuales de la comunicación (cotexto, situación, conocimiento del mundo compartido por emisor y receptor, y variedades lingüísticas, niveles de lengua y registros propios del emisor y/o del receptor, del tema o del campo de conocimiento).

3) Competencia discursiva. Consiste en el dominio de la combinación de formas lingüísticas para elaborar un texto (escrito u oral) en diferentes géneros o tipos de texto. Incluye conocimientos de coherencia y cohesión textuales.

4) Competencia estratégica. Incluye capacidades concretas, verbales y no verbales, para reparar errores ocasionales o deficiencias sistemáticas de los hablantes, o para reforzar la eficacia comunicativa.


La competencia textual se sustenta en la suma de los siguientes saberes y destrezas:

1) Adecuación: saber escoger la variedad (dialectal/estándar; coloquial o culta) y el registro (general/específico, oral/escrito, objetivo/subjetivo y formal/informal) más adecuada a cada situación de comunicación.

2) Coherencia (coherencia global): saber discriminar y seleccionar la información relevante, y saber organizarla globalmente —siguiendo si es preciso estructuras convencionales predeterminadas—, de forma progresiva y congruente.

3) Cohesión (coherencia lineal): saber utilizar los recursos lingüísticos que articulan las distintas frases de un texto, de forma que las ideas en él contenidas progresen de manera trabada y congruente.

4)Corrección ortográfica y gramaticalidad: conocer las reglas ortográficas de una lengua, y las reglas morfológicas y sintácticas que permiten construir frases aceptables por una comunidad que comparte un mismo sistema lingüístico.

5) Eficacia comunicativa: saber formular el mensaje para un receptor ausente pero conocido, utilizando el estilo expresivo (la selección de recursos y estrategias elocutivas) que mejor se acomode al lector y aplicando refuerzos discursivos que optimicen la comprensión del escrito.


En obras de traducción, la calidad estilística del trabajo de un traductor será el reflejo del grado de asunción de competencias textuales específicas, propias no sólo de su competencia escrita, sino también de su profesión:

1) Competencia textual: conocimiento del código lingüístico, insuficiente, sin embargo, para explicar las equivalencias de mensaje en la traducción.

2) Competencia enciclopédica: conocimiento de las cosas y del mundo, de todas las realidades que conforman nuestro universo físico y mental (especialmente de los entornos espaciales, temporales y culturales en los que se inscribe el texto original —en la lengua meta—, y los entornos espaciales y culturales de la lengua destino en la misma época del texto original).

3) Competencia comprensiva: la que permite comprender o interpretar un texto. Consiste en la capacidad de realizar la síntesis de todos los parámetros de la comunicación: autor, mensaje, función del texto, destinatarios, etcétera.

4) Competencia reexpresiva: es la capacidad de reformular lo comprendido en otro idioma, a partir de ciertas técnicas de expresión y redacción.


Calidad textual: resultado óptimo que se persigue en la creación y producción editorial de un texto.


Control de calidad textual: aplicación al proceso editorial de una serie de tareas de planificación, dirección, revisión y supervisión con el fin de:

adecuar la publicación al marco regulador que la afecta (normas de calidad, lingüísticas, terminológicas, documentales, de escritura técnico-científica; reglamentos legales; códigos éticos; cánones tipográficos...).

obtener una obra que resulte legible, comprensible, correcto, adecuado y estilísticamente reconocible y discernible (como obra de un autor y también como producto editorial);

y todo ello sin traicionar la voluntad expresiva y comunicativa legítima del autor (es decir, su estilo propio).


Calidad editorial: resultado óptimo global que se obtiene de la aplicación de diferentes procesos de planificación, dirección, revisión y supervisión en la elaboración de una publicación, con la intención de obtener un producto:

→ que cumpla con el pacto establecido entre autor y editor, según el cual el editor se compromete a producir su obra en condiciones óptimas;

→ que se distinga en el mercado por su excelencia;

→ y que, con todo ello, satisfaga las expectativas del lector: de disfrute de la obra y de enriquecimiento cultural, por las que paga un precio establecido.






Legibilidad: capacidad de los elementos icónicos, tipográficos y espaciales, en función de sus rasgos morfológicos, de su color y contraste, de las relaciones de proporcionalidad que mantengan, de las diferentes manera de combinarlos y de las diversas formas de disponerlos en la página, para:
→  facilitar la percepción visual y el discernimiento del texto;
→  guiar la vista en el proceso de lectura;
→  reducir el esfuerzo perceptivo-visual en la lectura.


Afecta a procesos perceptivo-visuales de la lectura.

Las condiciones de legibilidad varían no sólo en función de los rasgos de los tipos, sino también de diversas características del lector (capacidad visual, capacidad cognitiva, conocimiento y capacidad de reconocimiento –entrenamiento lector– de los signos y convenciones gráficas del código escrito...).

Comprensibilidad (o lecturabilidad): cualidad de determinados usos del código escrito (construcción sintáctica y textual, puntuación, selección léxica...) y de ciertas disposiciones de los elementos tipográficos en la página, que facilita e incluso optimiza la comprensión de un texto.

Afecta a procesos cognitivos de la lectura.

Las condiciones de comprensibilidad varían en función del idioma y de diversas características del lector (capacidad y madurez cognitiva, conocimiento del código escrito del idioma, nivel académico y cultural, entrenamiento lector...).






Tipo: letra o caracter de imprenta.

Tipografía: arte y técnica de componer e imprimir, reproduciendo lo escrito por medio de caracteres de imprenta, según modelos canónicos.

Canon tipográfico: reglas tradicionales de composición y disposición tipográficas de los elementos textuales de una publicación o impreso (escritura tipográfica), forjadas durante siglos de práctica en las imprentas y las editoriales, perfeccionadas gracias a los avances tecnológicosy fundamentadas en una serie de criterios estilísticos y funcionales.




Silvia Senz