lunes, 24 de marzo de 2014

Todas las encarnaciones del editor (con especial énfasis en el de mesa)


Al adentrarse en el mundo editorial, una de las dificultades para aclimatarse con las que suele toparse el neófito es el dominio de la variadísima terminología sectorial. Fenómenos habituales como la polisemia, la ambigüedad, los falsos amigos y la paronimia le ponen las cosas aún más difíciles si cabe. El propio término que distingue profesionalmente este campo, editor, significa en castellano demasiadas cosas.

Veamos cuántas:

▶ El editor puede ser el propietario de la editorial, el emprendedor que funda y establece las líneas generales de una editorial; es decir, la persona que crea su estructura, provee sus medios de financiación y marca su política de ediciones.

▶ El editor puede ser también el director editorial (o director literario en las editoriales literarias, o de línea en las grandes editoriales con múltiples ramificaciones por especialidad, o simplemente editor sénior), es decir, la persona que crea el catálogo de la empresa o parte de él (seleccionando líneas, obras, autores e incluso traductores, y codefiniendo con los grafistas y comerciales de la empresa el aspecto material y gráfico de cada publicación). Es, por esta razón, el principal y último responsable intelectual de una obra obra, colección, publicación o línea editorial. 

Puede ser asimismo el dueño de la editorial, pero no necesariamente. 

A menudo, el director literario consagra la mayor parte de su tiempo a tareas de preedición (selección y contratación de obras y establecimiento y supervisión de un plan editorial y comercial) y suele delegar en un editor de mesa la responsabilidad de prestar apoyo al autor en la elaboración de su obra y de coordinar y supervisar el proceso de edición. 

▶ El editor de mesa o editor de textos tiene perfiles distintos en función del medio editorial donde desempeñe su labor: 

En edición de libros, es un miembro de la plantilla editorial —⁠aunque no siempre sea este el caso, hoy en día⁠—, con amplia cultura o conocimiento específico del tipo de obras que publica la editorial, con formación lingüística, literaria, bibliológica, tipográfica y documental, y con capacidad para gestionar equipos, que se encarga, durante todo el proceso depreimpresión, de: 

❶ Recibir (del autor/traductor o del editor/director editorial) el original, leerlo y evaluarlo.

❷ En función de las características y necesidades del texto y de la fecha de publicación: 

  • Realizar la síntesis de aquellos parámetros comunicativos (mensaje, tema, estructura y función del texto, destinatarios...) que exigirán reinterpretación tipográfica, con el fin de comunicárselos al diseñador gráfico (si no lo ha hecho ya el editor sénior/director editorial responsable de la publicación). En obras sencillas (p. ej., novelas), puede valerse de sus conocimientos tipográficos y bibliológicos para establecer por sí mismo las pautas de composición y compaginación de una obra. 

  • En coordinación con los responsables de edición gráfica (ilustración) y de producción (impresión y encuadernación), planificar el proceso de edición del original de texto, especificando los pasos encadenados de elaboración que requerirá, los plazos necesarios para cada uno de ellos, y seleccionando y comprometiendo en ellos a un equipo de profesionales. 

❸ Coordinar los pasos que se van a seguir en la edición de un texto, y pautar y supervisar todas las tareas, incluidas las de corrección, en caso de que estas se realicen externamente.

❹ Realizar diversas tareas de edición y redacción de textos de la obra o relacionados con ella:

  • Redactar las partes de una obra que no dependen del autor (o no completamente): la página de derechos, el índice de contenido y, en cierto tipo de temas y colecciones, capítulos adicionales de tipo práctico o comunes a una colección (p. ej., en una colección sobre razas caninas, el capítulo sobre anatomía canina o sobre cuidados veterinarios).

    Si no se cuenta con un indizador externo, es el editor de textos quien ha de colaborar con el autor en la confección de los índices alfabéticos de una obra.

    Si no hay redactor publicitario, también redactará los textos de cubierta, sobrecubierta, solapas y guardas.

  • Cuando sea necesario, y siempre con el consentimiento del autor original y el editor sénior/director editorial, llevar a cabo  el editing o microedición del original, es decir, los cambios más sustanciales que la obra pueda requerir, por ejemplo, para adaptarla a una línea o proyecto editoriales y a un perfil de lector determinados o para prepararla para las características estructurales de un determinado diseño editorial. En este sentido, realizará todo tipo de mejoras y modificaciones profundas en el texto que puedan afectar a su contenido (desde la misma selección de ideas), a su estructura organizativa y a su forma expresiva:  supresiones, adiciones, cambios de registro, de nivel de lenguaje...


  • Si una obra de traducción requiere adaptación o localización, el editor de mesa puede bien pautarla y encargarla a un redactor externo, bien llevarla a cabo internamente, en la editorial. Esta tarea puede implicar una labor ingente de documentación, localización y redacción. Por ejemplo, puede suponer cambiar todo un capítulo dedicado a direcciones útiles en una obra práctica, o acomodar una traducción hecha en una determinada variante lingüística a otra u otras áreas geolectales. O, por ejemplo, en el caso de este jeroglífico, cuya traducción implica la intervención de un ilustrador (cuestión editorial y económica que el traductor no puede decidir por su cuenta), el traductor deja el trabajo en manos del editor de mesa, avisándolo de que está pendiente:

     


Así es como el editor de mesa establece la adaptación de esta parte de la obra:

[JEROGLÍFICO 1, P. 25. Rotular, escanear los dibujos que se repiten del italiano, y dibujar los nuevos, como sigue:]

De la [mantener dibujo de pluma del original italiano] de

[mantener dibujo de panecillo y mantequilla del original italiano] [mantener dibujo de flor del orig. italiano]

K [NUEVO DIBUJO: dibujar una herida sangrante y rotular al lado una hache (H) mayúscula tachada] [mantener dibujo de botella de licor de cerezas con rótulo Cherry, del original italiano]

[mantener dibujos de perros del orig. italiano] y [mantener dibujos de gatos del orig. ital.] [eliminar dibujo de notas y el NNO del orig. italiano y escribir en su kugar:] me hacen [mantener dibujo de señor estornudando del orig. ital.]. Estoy [mantener dibujos de caretas llorando del orig. ital.]. ¿Qué te parece 1 [mantener dibujo de tortuga del orig. ital.]?

[mantener dibujos de corazón, panecillo y equis del orig. ital.]

  • Contando a menudo con la asistencia de un corrector de estilo externo, adecuarla a aspectos de redacción y composición normalizados (p. ej., normas de división y subdivisión de partes de un escrito; orientación del texto en los lomos de los libros; directrices sobre el contenido, organización y presentación de los índices y de los textos preliminares de un libro, normas de citación bibliográfica...).

Verificar datos si hay sospecha de errores metodológicos o de transcripción por parte del autor. Esto puede suponer, por ejemplo:

  • comprobar contenidos factuales (hechos reales referidos, datos, fórmulas, fechas, etc.);

  • en una obra con abundancia de terminología y nombres propios (topónimos y antropónimos), verificar y unificar su grafía.

A modo de ejemplo, un trabajo de verificación y compleción de datos que usualmente debe hacer un editor de mesa a la hora de editar textos de no ficción es el que afecta a las bibliografías de obras de autor, elementos inexcusables en obras académicas y técnico-científicas, y habituales incluso en obras divulgativas.

Es muy frecuente que, pese a ser especialistas en una materia determinada y a las instrucciones que reciben de la editorial, haya autores que no sepan identificar y reflejar correctamente todos los datos que corresponde consignar en cada tipo de referencia bibliográfica citada. En este caso, el editor de mesa debe proceder a realizar una labor de documentación, usando fuentes catalográficas y repositorios documentales fiables, y recomponer la bibliografía defectuosa, procedimiento que también puede afectar a las notas de la obra si es que hay notas bibliográficas. Se puede dar el caso —yo misma he pasado por esta experiencia— de que el editor tenga que acudir a consultar directamente las obras materiales que ha usado el autor, en una visita a su domicilio o su lugar de trabajo.

Por supuesto, esta labor exige que el editor de mesa conozca muy bien las normas y fuentes de descripción bibliográfica (qué datos exige cada tipo de referencia bibliográfica y dónde obtenerlos), además de los diversos estilos de cita bibliográfica, y que tenga buenas habilidades documentales.

Un caso de verificación y reposición de datos bibliográficos sería el siguiente:


Libro mal citado:

Bauman, Zigmunt, Modernidad y Holocausto, Sequitur, España, 1998.

Cita bibliográfica verificada y recompuesta por el editor de mesa:

Bauman, Zygmunt, Modernidad y Holocausto, Madrid/Buenos Aires/Ciudad de México, Sequitur, 1997.


En esta referencia bibliográfica había tres elementos que revisar y corregir ineludiblemente, para cumplir con los datos que la cita bibliográfica de un libro exige. Estos son y de este modo se consigue recomponerlos:
  1. La fecha de la edición, que podía verificarse buscando el autor, título y editor en Google. Uno de los resultados que desvelan el error en la fecha es este: <https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7438234>.
  2. El apellido del autor, mal transcrito.
  3. El lugar de edición (los lugares, en este caso, puesto que la editorial publica la obra en paralelo en tres ciudades, como puede verse en este extracto de la editorial: http://www.sequitur.es/wp-content/uploads/2010/09/modernidad-y-holocausto.pdf). El lugar de edición nunca es un país a secas, sino la población donde se editó y publicó. Puede ponerse entre paréntesis el país en caso de lugares poco conocidos, pero no es el caso.

❻ Resolver las dudas y los problemas de toda índole que sus colaboradores no hayan podido solventar. 

❼ Realizar el marcajetipográfico del original para composición y supervisar el trabajo del compositor-compaginador. 

 ❽ Si la editorial donde trabaja no recurre a un especialista externo para elaborar sus normas de estilo, es el editor de mesa (o un equipo de editores de mesa de la empresa) quien suele encargarse de redactarlas, pues nadie como él conoce las dudas y necesidades de los profesionales que intervienen en la edición de un texto, ni reúne los conocimientos necesarios para elaborar una obra de referencia de estas características. 



En edición de prensa y revistas, el editor de mesa o de textos es el profesional responsable de:

  • la supervisión y corrección de la calidad textual del trabajo de los redactores,
  • de la elaboración de la sección dedicada al lenguaje de las normas internas de estilo
  • y de la preparación tipográfica de los textos.

En muchas editoriales hemerográficas, por desgracia, ya no existe esta figura, y sus funciones las realiza el jefe de redacción, cada redactor o bien un corrector de estilo externo.



3 comentarios:

  1. Estimada Silvia:
    Como siempre, invaluables e insuperables tus aportes al mundo de la reflexión editorial (éste el título de una antología que me gustaría publicar), sobre todo inestimable tu deseo de compartir con todos los interesado en estas cuestiones.

    Un saludo y abrazo cordiales desde el altiplano de México.

    Hugo Espinoza

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  2. Estimada Silvia:
    Muchas gracias por compartir.

    Hugo Espinoza

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