sábado, 31 de octubre de 2015

Por qué cunde el saqueo de la obra ajena sobre norma, corrección y edición del castellano

Recupero esta entrada del antiguo sitio del blog A&C, para facilitar su lectura, dado que la práctica que denuncia sigue vigente y extendiéndose entre los autores y entidades relacionadas con la corrección y edición de textos y con la norma del español, que o bien abusan del derecho de cita y compilación (sin permiso expreso de los citados) para crear textos de consulta que no incluyen ningún valor añadido propio, o bien obvian referenciar la bibliografía utilizada para la confección de un diccionario de dudas sobre el lenguaje (entre otras prácticas de este cariz).
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#finsaqueoRAE: Los porqués de la campaña para que RAE y Asale publiquen bibliografías de las fuentes de sus obras

 

Después del DRAE, destaca de manera definitiva la oferta del Diccionario panhispánico de dudas, obra la más completa en su especie, lograda, por cierto con el aporte de tantas obras precedentes, algunas nutricias de varias generaciones y a las que debemos nuestra gratitud: los manuales de don Manuel Seco (todos hemos «manuelsaqueado»), de don José Martínez de Sousa, de Manuel Rafael Aragó, y otros más. [...] Y, a partir de ellos, el trabajo elogiable y paciente del equipo de «Español al Día», de la Real Academia Española, encabezado por Elena Hernández. Y, luego, el análisis y comentario de las propuestas del mencionado equipo, los aportes de todas las Academias de la Lengua, a través de sus delegados a la Comisión específica, y la revisión y discusión de cada lema. Y, por fin, la aprobación de los plenos.
Pedro Luis Barcia (dir. Academia Argentina de Letras): «La lengua en los medios orales de comunicación».

La denuncia del saqueo —reconocido, como se ve en la cita precedente— que la Real Academia Española realiza de la obra ajena, hoy en connivencia con la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale), es un tema ya recurrente en este blog. Que en sus obras normativas, incluso en las más recientes, sólo aparecen referenciadas las fuentes de los ejemplos citados (las otrora llamadas «autoridades», hoy sin valor canónico), pero no el aparato crítico que todo trabajo intelectual que se precie de científico —como últimamente dicen ser las obras académicas— debe incluir, es un hecho que hemos constatado y documentado en diversas ocasiones:

26/02/2010 - La nueva RAE, un espejismo de representatividad, neutralidad ideológica, laboriosidad y modernidad, 8: del inconsenso al expolio


08/05/2006 - ¿Qué fuentes usaron Elena Hernández y su equipo para redactar el Panhispánico?

Y no sólo se ha constatado aquí: es también una práctica subrayada en muchas de las reseñas que se han hecho de las últimas obras académicas, y denunciada públicamente incluso por uno de los afectados, el académico Manuel Seco, sin que ni la que RAE ni la Asale se den por enteradas (las negritas de lo que sigue son mías):

En la introducción, este lexicógrafo critica a «una venerable institución» (en clara alusión a la Real Academia Española) por no citar la obra de Seco como fuente del Diccionario panhispánico de dudas, aunque haya coincidencias entre ambas. = «Me hubiera gustado que hubieran sido más discretos en la imitación», pero «se consideran con derecho a saquear a los demás», afirma. [Manuel Seco, en declaraciones a la prensa a raíz de la publicación de la nueva edición de su Diccionario de dudas; Ana Mendoza: «El Diccionario de Dudas celebra su 50 aniversario con una edición actualizada», La Información, 20 de octubre del 2011, en línea.]

El libro, de LI + 745 páginas, consta de una introducción a la representación gráfica del lenguaje, a la ortografía y a la ortografía del español. Su primera parte, 549 páginas, se dedica a la exposición y razonamiento del sistema ortográfico; la segunda, de 106 páginas, a la “ortografía de expresiones que plantean dificultades específicas”; las siguientes 30 contienen cuatro apéndices sobre abreviaturas, símbolos alfabetizables, símbolos o signos no alfabetizables, países y capitales con sus gentilicios. Termina con una nómina de textos citados. Lo notable de esta nómina es que sólo se refiere a autores de citas incluidas; no hay ninguna referencia a los autores y obras que habrán consultado la Real Academia Española y sus correspondientes americanas para mejorar sus ideas y organizar sus pensamientos; como si todo saliera de la mente académica, un rasgo de soberbia que no corresponde a un trabajo y una ética “científicos”, como dicen buscar reiteradamente. [Luis Fernando Lara Ramos:   «La nueva ortografía, ¿imprescindible? Sí, pero...», Gaceta del FCE, julio del 2011, pp. 19-21.]

Sin embargo, toda obra que presume de científica debe venir acompañada de referencias y de estudios técnicos complementarios, y esta ortografía carece de ambos: ¿se han hecho estudios de comprensión en diferentes grupos de población?, ¿se han analizado los movimientos oculares en la lectura?, ¿se han tenido en cuenta los interesantes estudios hechos al amparo de SIL International?, ¿se han preparado estadísticas sobre errores ortográficos frecuentes? = Especialmente la introducción y las notas históricas de varios capítulos piden a gritos la mención de fuentes; por ejemplo, ¿cuáles son las «investigaciones recientes» citadas en la página 26 y otras?, ¿qué estudios avalan que las escrituras alfabéticas «exigen mucho menos esfuerzo» para su aprendizaje que las silábicas?, ¿es acaso original todo el estudio histórico?, ¿la exposición, esencialmente eurocéntrica y decimonónica, sobre la evolución de las escrituras es una toma de partido o es que no han consultado fuentes modernas?, ¿de dónde sale el dato (erróneo) de que en las otras lenguas de escritura alfabética solo se consideran letras los signos simples? = Son solo unas pocas preguntas a las que una obra científica debería dar respuesta con una bibliografía. [Javier Bezos: «La Ortografía académica del 2010. Comentarios sobre la última edición de la obra», versión: 1.1. 2011-09-21., Text y tipografía,  en línea.]

 

La obra no reconoce sus fuentes
La RAE y la Asale no reconocen el mérito de las obras en que se ha basado: no incluyen los nombres de los autores cuyos textos se han utilizado como fuentes de esta Ortografía. Esta ausencia injustificable, que ya es tradición en las publicaciones de esas instituciones, parece querer hacer creer al lector que un ángel dictó a los redactores del texto todo el evangelio ortográfico. La ausencia es más grave en este caso que en otros libros académicos, como la Ortografía de 1999, pues no solamente ofrece normas y recomendaciones, sino todo un trasfondo teórico e histórico que de algún lado tiene que haber salido. Quizá esta ausencia tendría sentido si las academias se hubieran basado solo en obras de académicos, pero, como dice Martínez de Sousa (2011: 5) «ni la forma, ni la distribución del texto, ni el contenido pueden evitar que se adivinen al trasluz otras obras de autores no académicos». Pedro Luis Barcia director de la Academia Argentina de Letras, admite (2005) que la Academia, para el Diccionario panhispánico de dudas, utilizó libros de Manuel Seco, Rafael Aragó y Martínez de Sousa, entre otros, a quienes se debe gratitud, pero esa obra tampoco cita sus fuentes. [José Antonio de la Riva Fort: «Utilidad de la nueva Ortografía de la lengua española para el profesional del lenguaje», Panace@ 33 (junio del 2011).]


También se echa en falta en el volumen una bibliografía temática en la que se recogieran las obras que se han manejado para elaborar la Ortografía, en particular las del maestro José Martínez de Sousa y otros especialistas en ortografía y ortotipografía, la cual representaría el reconocimiento de la deuda intelectual contraída con ellos por las Academias. [Alberto Rivas Yanes (Comisión Europea): «La nueva Ortografía de la lengua española. Reseña», Puntoycoma, 112 (marzo-abril 2011).]


[...] una vez más, también ha omitido la Academia la nómina de los autores y obras que los académicos y redactores han tenido a la vista a la hora de componer la presente. Hace mucho que pasaron los tiempos en que la Academia presentaba sus textos como si los hubiera recibido directamente del cielo y los hubiera trascrito por inspiración divina. Hoy sabemos que la sabiduría es fruto del esfuerzo personal y que nada se nos da gratuitamente. Somos cada uno, autores personales o instituciones, quienes debemos responder de nuestro propio trabajo. Esto es aplicable a la obra que criticamos, porque ni la forma, ni la distribución del texto, ni el contenido pueden evitar que se adivinen al trasluz otras obras de autores no académicos. Estas dos omi­siones son tanto más graves cuanto que la involucrada en ellas es la mismísima Real Academia Española. [José Martínez de Sousa: «La ortografía académica del 2010: cara y dorso. (Reseña)», 2011.]

La nueva gramática académica no rehuye señalar que hay temas debatidos: en ese sentido no habla ex cátedra, sino como una obra científica (aunque este aspecto quede lamentablemente mermado por no incluir bibliografía). [...] Por cierto: es básico que la Nueva gramática esté disponible lo más pronto posible en Internet, aunque carezca de entrada de todas las mejoras de indización y referencia de las que sin duda puede dotarse. La obra es tan rica e importante que su simple texto buscable prestaría un valioso servicio a consultantes de todo el mundo. La versión electrónica debería incluir urgentemente las numerosísimas referencias bibliográficas que han debido de servir para su redacción, [...]. [José Antonio Millán: «Ante la Gramática», El País, 03/01/2010.]

De fet, la NGLE queda adscrita entre les darreres gramàtiques redactades de les llengües modernes, i, amb tot, presenta característiques d’una gramàtica de corporació acadèmica: composició unitària de la teoria que l’anima, tradició i prudència en la terminologia emprada –malgrat algunes novetats inexcusables– i absència total de bibliografia de referència. [...]   = Quan les teories gramaticals actuals presenten explicacions diferents del mateix fenomen s’exposen en aquesta obra sumàriament atribuint a morfòlegs, sintactistes, gramàtics en general, les dues o més posicions presentades; i després s’opta per una, sense cap argument en contra de les que s’han deixat de banda. Per això l’ús freqüent de “se postula” en la redacció, que evita la tria teòrica de l’enfocament. = Aquest estil allunya la redacció de la NGLE dels estils propis dels estudis lingüístics de recerca i universitaris, com ara la gramàtica italiana, GGIC (1988-1995), la GDLE (1999) o la GCC (2002), en les quals les posicions teòriques dels autors i les referències bibliogràfiques són sempre presents en l’exposició. [Paz Batanner (UPF): «Nueva gramática de la lengua española» (Vol. 1: Morfología y Sintaxis I. Vol. 2: Sintaxis II). Ressenya", Llengua i Ús, 47 (2010).]

Finalmente, permítaseme lamentar que la Academia no se sienta obligada a proporcionar al lector la nómina de autores que han sido consultados para realizar la presente. Todos los autores serios de diccionarios de dudas como este añaden su correspondiente bibliografía, indicadora de que en este mundo hay más personas que han tenido la misma idea y han realizado obras semejantes con anterioridad. No hacerlo así es hacerse merecedor de una mala nota, que es la que aquí queda explícita. [José Martínez de Sousa: «El Diccionario panhispánico de dudas ¿cumple con su deber?», 2005.]


Tendencia, pues, a las mayúsculas de ornato, a las mayúsculas que establecen jerarquías, a las mayúsculas que individualizan sin criterio ni sistema. Tendencia que ya fue advertida por José Polo en 1974, en Ortografía y ciencia del lenguaje, y en 1990, en Manifiesto ortográfico de la lengua española. Para otro artículo y revista que lo acoja, queda demostrar cuánto debe la ortografía académica nueva a autores, ya citados, como Ángel Rosenblat, y José Polo; y a Manuel Seco, José Martínez de Sousa, Hilda Basulto, Lidia Contreras, Jesús Mosterín, Francisco Marcos Marín, etc., que, constructivamente, han escrito para mejorar la ortografía académica; pero no publican, para provecho propio, "ortografías comerciales" que la parafrasean y engordan embrollándola (empleado este verbo en todas las acepciones del último Diccionario académico). [Juan Crespo (UMA): «Formas de prescripción en la Ortografía de la RAE. De la prescripción a la descripción: la nueva tendencia», Estudios de lingüística, Universidad de Alicante (ELUA), 17 (2003), pp. 223-245.]


Y en la blogosfera:  


También echo de menos dos secciones que, bajo mi punto de vista, deberían aparecer en cualquier publicación a la que se le pretenda otorgar el carácter de científica y que, generalmente, se colocan al final de la obra: un índice alfabético y una lista de bibliografía consultada, herramientas que son de gran utilidad para el lector que desee consultar un tema concreto o para aquel que desee ampliar conocimientos sobre cualquier asunto. 

Recientemente, un lector de esta bitácora me dio a conocer (gracias, Jesús) un nuevo caso de expolio del esfuerzo ajeno tan grave y vergonzoso como todos los que hasta ahora han cometido las autoridades académicas. Roxana Fitch, autora de la página colaborativa Jergas de Habla Hispana y del diccionario homónimo, detectó que alguien de la RAE entraba frecuentemente en su web y su curiosidad la llevó a ponerse en contacto con la institución, iniciativa que le permitió obtener esta explicación del director de la Asale, Humberto López Morales:

Muy estimada Sra. Roxana Fitch:
Ante todo, mil gracias por su interés en nuestros trabajos. Se lo agradecemos muy de veras. El proyecto que dirijo es el del Diccionario Académico de Americanismos (DAA), que lleva unos tres años y que deberá terminarse a finales de 2009, puesto que su presentación se hará en el marco del V Congreso Internacional de la Lengua Española que se celebrará en Valparaíso, Chile, en marzo de 2010. Nuestro equipo de trabajo en Madrid, integrado por lexicógrafos españoles e hispanoamericanos, prepara primeros borradores, en parte, utilizando fuentes librescas, materiales que después son enviados a las 20 Academias americanas, que enmiendan, suprimen, añaden, etc., puesto que son ellas las verdaderas autoras de nuestro Diccionario.
En efecto, en esa primera parte de acopio de materiales, nuestros colaboradores han acudido con frecuencia al diccionario de usted, y eso se ha debido a que es de lo mejor que existe en la bibliografía lexicográfica de Hispanoamérica. Me complace decirle que todos sentimos un profundo respeto y una gran admiración por su estupendo trabajo sobre las jergas. Desde aquí le agradezco -en nombre de todos- que haya elaborado materiales tan ricos y, en su mayoría, exactos, lo que sin duda ha ayudado no poco a nuestras tareas iniciales.
Mucho nos complacerá, desde luego, dar a su trabajo los créditos necesarios en la publicación de nuestro DAA.
Quedo a su disposición para mayor información, si así lo desea.
Suyo, muy cordialmente,
Humberto López Morales
Coordinador del DAA
Secretario General de la Asociación de Academias de la Lengua Española
[Pulsa aquí para ver el original.]

Agradecida y esperanzada por esta respuesta, la autora tijuanense envió esta petición al director de la Asale:
Le escribí de nuevo a don Humberto López Morales preguntándole si podía apoyarme de alguna manera (tal vez una recomendación) para encontrar una editorial que se encargue de publicar la segunda edición del diccionario de papel. Aparte de ser un recurso útil para quien no tiene computadora o conexión a la red, o simplemente para quien, como yo, se entretiene leyendo páginas enteras de un diccionario por simple curiosidad, me sirve para financiar el proyecto ya que no cuento con fondos académicos para este trabajo de investigacíón lingüística. Para mí el proyecto de JHH es un compromiso de por vida porque todos sabemos que los hispanohablantes continuarán a acuñar vocabulario nuevo como siempre lo han hecho.
Ésta entonces es una carta abierta para don Humberto porque todavía no me responde.

Pues bien, a día de hoy, ni en el Diccionario de Americanismos académico que tanto debe al trabajo de Fitch se han publicado los créditos prometidos, ni por boca de ella tengo tampoco constancia de que haya recibido jamás el apoyo que solicitó de las academias para publicar por mejores cauces que los actuales la segunda edición de la obra. Así lo afirmaba la lexicógrafa tijuanense en una entrevista:
“Sigo teniendo problemas para encontrar una editorial que se quiera encargar de publicarme la segunda edición del diccionario, porque esta vez no quiero tener problemas de distribución en América Latina, como las broncas que actualmente tengo. 
Con que la Real Academia Española recomendara mi diccionario ya sería suficiente, creo yo, como para que una editorial se animara a publicar la siguiente edición del diccionario, que esta vez superaría las 600 páginas”, confiesa a ZETA la orgullosa tijuanense, a propósito, traductora de profesión y profesora por convicción de diversos idiomas como inglés, italiano, japonés y español.
Por el momento, la joya de “Jergas de Habla Hispana” sólo puede conseguirse en Libro Club.

La mención de fuentes es también obligada en las obras lexicográficas que las usen, más aún cuando se ha prometido dar esos créditos. A fin de cuentas, «el trabajo científico, y la lexicografía es ciencia aplicada, requiere la constante consulta de fuentes y el reconocimiento honesto de los autores que transitaron previamente el camino» (K. Coral:«El Diccionario panhispánico de dudas: unidad y corrección idiomáticas», Coiné, año VI, núm. 4, 2006). Por tanto, que se omitan con semejante alevosía es simplemente vergonzoso e inexcusable. Y en mi opinión,  una sociedad que consiente esta clase de abusos de sus mismas autoridades lingüísticas debería empezar a reaccionar.

Así pues, y para facilitar algún cauce de protesta, he decidido emprender en Facebook y Twitter (hashtag #finsaqueoRAE) una campaña de adhesiones a la siguiente causa: Queremos que la RAE incluya la bibliografía de las fuentes de sus obras.

En el menú marginal de este blog encontraréis un widget que os permitirá sumaros a la causa y que podéis incluir en vuestra propia web o en vuestro blog, copiando este código en la plantilla html:  

iframe src=’http://widgets.causes.com/badges/cause?cause_id=599973&width=300&height=210&tagline=Support+Our+Cause&faces=1&awareness=0’ style=’width: 300px; height: 210px; overflow: hidden; border: none;’ allowTransparency=’true’ scrolling=’no’ frameborder=’0’

Ya se han adherido usuarios diversos, con una especial movilización por parte de especialistas del lenguaje y miembros de la comunidad universitaria. Para ampliar las adhesiones, os rogamos la máxima difusión.

Pasado un tiempo, la campaña se dará a conocer a los responsables académicos. Esperemos que logre el eco suficiente para ejercer la presión necesaria sobre estas instituciones y conseguir así que modifiquen el rumbo de su política hacia caminos más éticos.


Actualizaciones: la lista de distribución sobre lingüística hispánica Infoling se ha hecho eco de la causa y nos ha prestado su apoyo: Campaña por la defensa de la ética científica en la lingüística hispánica.  


Dado que no tienen cuenta en Facebook, el lingüista y lexicógrafo Luis Fernando Lara (El Colegio de México), el hispanista y romanista Klaus Zimmermann  (Universidad de Bremen), el lingüista Juan Carlos Moreno Cabrera (Universidad Autónoma de Madrid), la romanista e hispanista Sabine Schlickers (Univ. de Bremen) y el ortógrafo, ortotipógrafo y lexicógrafo José Martínez de Sousa se han adherido personalmente a esta campaña, y nos han autorizado a publicar aquí su adhesión. Viniendo de personalidades de su talla, este gesto de solidaridad es particularmente destacable, y su actitud, modélica para la comunidad de hispanistas.

 En La Página del Idioma Español, Ricardo Soca hace pública su adhesión a esta causa con el artículo «¿Por qué las academias de la lengua no citan fuentes?».

Barrapunto se ha hecho también eco de esta campaña (gracias, Javier Candeira): «La RAE plagia investigaciones ajenas», de donde ha saltado a Menéame.

José Antonio Millán tilda la falta de bibliografía de asunto sangrante en esta entrada de su blog El candidato melancólico.]


Silvia Senz

 

viernes, 1 de mayo de 2015

El americanismo de Adidas y el secesionismo idiomático del españolismo. (¿Un problema de localización de la traducción?)



Recientemente, las pantallas táctiles de las tiendas de Adidas España en Cataluña que permiten buscar en el catálogo de la marca desataron las iras del españolismo (ese que suele declararse «no nacionalista»), mostrando la opción idiomática correspondiente al castellano como «ES-LA» («español-latino»), ilustrada con una amalgama de nueve banderas latinoamericanas (concretamente, las de Ecuador, Colombia, Venezuela, Perú, Bolivia, Paraguay, Argentina y Uruguay).

Faltaban, evidentemente, muchas otras banderas, pero lo que, al parecer, el españolismo no ha podido tolerar es que no se aludiera al idioma únicamente como «español» y se obviara, en tierras del Imperio, la de la Madre Patria: la rojigualda.  ¡Y que, para colmo, tal tropelía la cometiera una de las principales marcas que patrocinan al Real Madrid!

Parece ser que el origen de esta representación comercial político-idiomática no es ni siquiera obra del secesionismo catalán, sino que proviene del diseño de la central de Adidas en Alemania, que debe haberse mostrado muy sensible a lo que, desde los inicios de la política lingüística panhispánica, no han cesado de repetir los directores de la Real Academia Española: que la lengua española es «un idioma eminentemente americano».

Ni cortos ni perezosos, miembros de partidos políticos como Ciudadanos/Ciutadans y plataformas españolistas y unionistas como Dolça Catalunya han promovido un alud de protestas que han obligado a Adidas España a rectificar. Así, ante las quejas recibidas, han accedido a colocar una bandera española con el rótulo «Español», pero han mantenido la amalgama de banderas americanas con el «ES-LA».



Así celebraba en Twitter Jordi Cañas (Ciudadanos/Ciutadans) la concesión de Adidas:


Es divertidísimo ver lo contentos que están los españolistas, cuando la solución que les ha dado Adidas es, en realidad, la primera evidencia de secesión idiomática normalizada: el español de España por un lado, el latino, por el otro. 

S. Senz

P. S.: Me comenta una colega traductora que esto no habría pasado si Adidas contara con localizadores. Y tiene toda la razón. Es norma en este campo de la traducción de productos y servicios no usar nunca banderas para indicar idiomas, por razones obvias. La propia amalgama de banderas latinoamericanas evidencia esas razones.
Lo que se hace, en todo caso, es usar el código internacional normalizado para abreviar nombres de lenguas.
Claro que, en este caso, el contenido de cada lengua forzosamente ha de estar en una forma estandarizada unitaria de dicha lengua, lo que no siempre existe. Y aunque el estándar panhispánico sea unitarista, el simple hecho de que albergue polimorfismo ya complica las cosas. Porque ya sabemos que lo que son unas bambas en el castellano de Cataluña (y de otras zonas catalanohablantes), son deportivas o playeras en otras partes de España, y en los diversos castellanos de América, unas maripís, unos zapatos de goma, unos Championes, etc.  

Fuente: Proyecto Varilex.

sábado, 25 de abril de 2015

Autoridad, norma y corrección, 4: ¿a qué modelo de estándar pertenece la norma académica?


 
Como ya hemos visto, el estándar de una lengua no es un reflejo de la lengua viva, sino una elaboración restrictiva de la variedad, convencional y en buena medida arbitraria, que sirve de patrón de referencia para ciertos usos idiomáticos. 
Del mismo modo que en la elaboración de un estándar se criban los usos lingüísticos para fijar unos y desechar otros en función de cierto sistema de valores, la ideología de los organismos estandarizadores y los fines políticos del estándar también resultan determinantes a la hora de modelarlo.

A continuación, enumeraremos los diversos modelos de estandarización ensayados para las lenguas, según los objetivos políticos de planificación lingüística a que responde del estándar, y veremos a cuáles de ellos ha respondido y responde la norma académica del castellano.
 
1. Modelo unitarista

Corresponde a este modelo todo estándar que, partiendo de la idea previa de comunidad lingüística, elabore para ella un solo estándar general
El estándar del español siempre ha sido unitarista, con ampliación de la base de selección en el llamado estándar panhispánico.


2. Modelo pluricéntrico

Es justo lo opuesto al modelo unitarista. Corresponde al modelo pluricéntrico toda lengua para la que se haya elaborado más de un estándar general. Esta situación puede darse tanto en lenguas que cuenten con organismos oficiales de normalización (caso del catalán, que tiene dos estándares: el fabriano, elaborado por la Secció Filològica del Institut d’Estudis Catalans, y el valenciano, elaborado por la Acadèmia Valenciana de la Llengua) como en lenguas que no los tengan (por ejemplo, el inglés).
En las lenguas sin organismos normativos, son los especialistas (lexicógrafos, ortógrafos, gramáticos), los medios de comunicación y las editoriales quienes crean diversas obras y modelos de lengua de referencia que hacen las veces de estándares.
En las lenguas que cuentan con academias, son estos organismos los que crean y difunden el estándar. En el caso del español, el modelo de estandarización oficial (el académico) no es pluricéntrico, sino unitarista, puesto que todas las academias elaboran conjuntamente un único estándar.
Asunto distinto es que para el castellano, al igual que para las lenguas sin «academias», también existen otros medios capaces de crear y difundir modelos referenciales de lengua, es decir, norma particular. Los medios escritos y audiovisuales (locales, nacionales e internacionales), las empresas que utilizan el español en mercados globales, y los medios políticos internacionales llevan décadas creando formas estandarizadas que responden a sus propias necesidades productivas y de mercado. Sin ir más lejos, la traducción al español de las tres últimas entregas de Harry Potter cuenta con tres versionesdistintas, según tres pseudoestándares nacionales o regionales, aplicados —según criterios propios— por las traductoras/adaptadoras, a quienes la editora española que ostenta los derechos de traducción al español de la saga (Salamandra, radicada en Barcelona) encargó las tres ediciones. En el caso de la quinta entrega, la versión para España fue realizada por Gemma Rovira Ortega (traductora de las tres últimas entregas de la serie), en traducción directa del inglés; de la versión distribuida en Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay se encargó María José Rodríguez Murguiondo (Argentina), quien adaptó la versión española a formas generales en el Cono Sur (suponemos que con toda la dificultad que implica abarcar un área tan extensa); la versión destinada a los mercados norteamericanos (México y Estados Unidos), distribuida desde México, fue realizada por Myriam Rudoy (mexicana), también adaptando la versión de Gemma Rovira. Las diferencias entre versiones responden a exigencias del mercado —los seguidores americanos de la saga habían expresado quejas por la dificultad para comprender ciertos usos de la traducción española en las entregas anteriores— y se concretan en usos léxicos, morfosintácticos y pragmáticos divergentes (jugo por zumo, tomar por coger; cantar a los gritos por cantar a voz en grito; empleo de las fórmulas de tratamiento personal y de cortesía propios de cada zona...). La finalidad de estas versiones no sólo es resultar comprensibles para los lectores de cada zona, sino también adecuadas y aceptables, es decir, reconocibles como usos naturales y propios; y, desde luego, satisfacer con ello al cliente.


No sabemos hasta qué punto en las elecciones de estas tres profesionales hay discrepancia con respecto al estándar académico del español, incluso con respecto a su nueva modalidad panhispánica (parcialmente inclusiva de la variedad geolectal), pero aventuramos que será mayor que la que muchos académicos tolerarían. Y aventuramos también que, de haberse realizado directamente tres traducciones distintas (o más) de Harry Potter, el resultado final habría sido mucho más divergente que siendo las dos versiones americanas resultado de una adaptación de la traducción al español peninsular (o al español de Cataluña, teniendo en cuenta la impregnación de catalanismos que suele detectarse en las traducciones al castellano realizadas por la potentísima industria editorial barcelonesa). A fin de cuentas, al igual que una lengua expansiva —como lo son todas las lenguas poscoloniales— mantiene su estatus gracias a la fuerza del mercado lingüístico que se deriva de su expansión territorial y demográfica y de su predominio social, también su fragmentación o, mejor dicho, la fragmentación de su forma general estandarizada —que es lo que hoy realmente preocupa a los agentes de planificación del español— obedece a los mandatos de ese mismo mercado. Es más: el día —no muy lejano— en que el paso de la edición de libros al modo digital y la extensión de las nuevas licencias de explotación y reproducción de las obras sujetas a derechos de autor (las licencias Creative Commons) permitan flexibilizar las concesiones de derechos de traducción y abran vías más libres de difusión de las producciones editoriales; o, simplemente, el día en que la edición en español no sea asunto exclusivo de hispanohablantes preocupados por la unidad y pureza del idioma —como ya ocurre en Estados Unidos— se abrirá la veda a múltiples modelos idiomáticos editoriales, que alcanzarán a su propio mercado local a través de la red. Ese día, en un área de variación lingüística tan extensa (como poco descrita) y en un territorio política y económicamente tan fragmentado —y por ello difícilmente planificable según pautas comunes— como los que corresponden al español, a duras penas podrá seguir sosteniéndose un estándar general unitarista.

3. Modelo monocéntrico

Es un modelo de estandarización unitarista en el que se selecciona una sola variedad geográfica como base del estándar general. El resto se desecha y queda en una posición de contraste con respecto al modelo común. No obstante, la variedad de base también queda distanciada del estándar, debido al proceso reductor y transformador de que este resulta. 



A este modelo corresponde el estándar del francés y, hasta la nueva estandarización panhispánica, también el del español. Puede ocasionar tensiones con las variedades no seleccionadas, que en el caso del castellano explican —en parte— el cambio de modelo normativo.

4. Modelo composicional (o compositivo)

Es un modelo de estandarización unitarista sintético, que se construye como modelo de lengua general sobre la base de todas las variedades geográficas de una lengua, aunque algunas pueden tener mayor aportación que otras. Es decir, parte de una idea previa de comunidad lingüística y de la voluntad de integración de todas las partes que la constituyen.
Es común en estandarizaciones modernas como la del vasco unificado (euskera batua), y, en parte, la del aragonés y la del catalán (estándar fabriano; Bibiloni, 2000: 109-141), que presentan también polimorfismo. Este modelo exige una codificación donde se prioricen los criterios de diasistematicidad, de regularidad, de difusión y de representatividad. Y los organismos que elaboran estándares composicionales deben contar con especialistas de toda el área dialectal de la lengua. Así ocurre, por ejemplo, en la Secció Filològica del Institut d’Estudis Catalans, con sede en Barcelona, que elabora el estándar fabriano y tiene entre sus miembros a especialistas de cuatro países: Andorra, Italia, Francia y España; y dentro de España, de cuatro comunidades autónomas: Aragón (la Franja), Cataluña, Islas Baleares y Comunidad Valenciana. Para mayor garantía de integración, la nueva edición de la gramática de la Secció Filològica está dirigida por el vicepresidente de la Acadèmia Valenciana de la Llengua (miembro también de la catalana), Manuel Pérez Saldanya.
La aplicación de un modelo composicional da pie, en un inicio, a un estándar que se percibe como artificioso. Precisamente su artificialidad y su carácter equidistante lo hace más fácilmente aplicable a las lenguas que presentan poca variedad geográfica o incluso a subvariedades —sería, por ejemplo, idónea para la estandarización del andaluz—, donde las distancias lingüísticas internas son menores y el estándar resultante presentará mayor similitud con las variedades de base.

4.1. Propuestas composicionales para la norma del español: la norma ideal hispánica de Lope Blanch

A pesar de que el español, como todas las lenguas con un pasado colonial y una vasta expansión geográfica, presenta una amplia variedad, el lingüista J. M. Lope Blanch (padre del Proyecto de Estudio Coordinado de la Norma Lingüística Culta de las Principales Ciudades de Iberoamérica y de la Península Ibérica) formuló una propuesta de norma hispánica ideal (1995 y 2001) que combinaba principios composicionales y polimórficos. Desglosaremos a continuación sus puntos principales (cf. Lope Blanch, 2001: en línea):

1. La norma ideal hispánica estaría constituida por la totalidad de los hechos lingüísticos comunes a todas las normas nacionales cultas, de reconocido prestigio. (Criterios de diasistematicidad y diastrático.)
2. En los casos de divergencia gramatical (polimorfismo) entre los usos nacionales o regionales normales de los hispanohablantes cultos («norma culta» llama Lope Blanch a lo estadísticamente usual entre los instruidos), se aplicarán los siguientes principios adicionales de criba:
a) La forma gramatical, histórica, cultural o geográficamente menos justificable (criterios de regularidad, historicidad, diafásico y diatópico) no podrá considerarse como propia de la norma hispánica, aunque sea válida en una —o varias— normas nacionales.
b) Si dos formas divergentes son igualmente justificables y están respaldadas, cada una de ellas, por una norma nacional de prestigio, habrá que aceptar las dos formas divergentes como propias de la norma hispánica, es decir, habrá que admitir una dualidad o una pluralidad de normas diferentes dentro de la norma hispánica ideal (polimorfirsmo).



Para ilustrar estas soluciones, Lope Blanch las aplicaba a una serie de rasgos divergentes; entre ellos:

Pronombres personales y posesivos. El plural de es vosotros en España, pero lo es ustedes en prácticamente toda América; paralelamente, el plural de tuyo es vuestro en Castilla, pero suyo en Hispanoamérica. El personal de España y de muchos países americanos, México entre ellos, es vos en otros, dentro de normas lingüísticas de alto prestigio, como la argentina o la uruguaya.
De un lado, Lope Blanch considera que la aceptación del ustedes y el suyo americanos como formas más diasistemáticas no puede excluir de la norma hispánica el vosotros y el vuestro españoles, por principios de historicidad, diafásico y canónico. En cambio, sí aventura otro trato para el voseo propio de algunas hablas hispanoamericanas de indudable prestigio actual, como las del Río de la Plata, de las que dice que no gozan «del respaldo cultural y social del pasado histórico de la lengua española —de que sí gozan, indudablemente, vosotros y vuestro—, ya que durante el siglo xvi la forma pronominal vos fue siendo arrinconada en España y en América por el cortesano procedente de la metrópoli española». De modo que, aunque este vos sea «válido, indudablemente, dentro de las hablas cultas que lo han mantenido hasta nuestros días, quizá su validez no alcanza a la norma hispánica general».
La pronominalización se los en lugar del ortodoxo se lo u os lo (Ya compré el uniforme a los niños. > Ya se los compré. / Dije a ustedes que no llegaran tarde a la fiesta > Se los dije), propia de la norma culta mexicana según Lope Blanch —o más bien de la norma americana en las condiciones que cita C. Company y Company, 2008: 25-26—, deberá rechazarse por tener lo que él considera un carácter «agramatical». No puede ser agramatical lo que es ya parte de un sistema linguístico, así que entendemos que Lope rechazaba esta forma más bien por no ajustarse a los criterios de historicidad y canónico.
En el caso del leísmo castellano, pese a la «clara y etimológica distinción lo/le prevaleciente en Hispanoamérica y también —aunque más débilmente— en dialectos españoles meridionales y atlánticos», Lope Blanch considera que «no sería factible condenar el uso castellano, nacido ya en la lejana Edad Media y respaldado por las máximas autoridades literarias y culturales de los Siglos de Oro, como Cervantes, Lope de Vega, Quevedo, Tirso de Molina o Calderón de la Barca, y sancionado por la Real Academia Española en el siglo xviii» (criterios de historicidad, diafásico y canónico), por lo que deberá admitirse el leísmo —no especifica si de cosa o persona, pero en todo caso parece que sólo en el singular—, junto a la tradicional distinción lo/le. En cambio, se rechazará el laísmo, básicamente madrileño, puesto que no goza del mismo respaldo histórico y cultural que el leísmo.

Dominio fonético: Paralelamente, para Lope Blanch el rehilamiento ensordecido del fonema fricativo palatal sonoro /y/ (/ʝ/ en el Alfabeto Fonético Internacional, afi; equivale al sonido de la pronunciación centropeninsular de la y en palabras como mayo y a la pronunciación yeísta de la ll en palabras como llover), por el que la realización de /y/ pasa a /š/ (fricativa palatoalveolar sorda, /ʃ/ en el afi; equivale al sonido de la sh del inglés shampoo, de la ch de francés chic y de la x del catalán xocolata), propio de las hablas cultas del Río de la Plata, con Buenos Aires y Montevideo a la cabeza, no formará parte de la norma hispánica culta, «que ha mantenido la palatal en su sonoridad fricativa no rehilada». Por similar razón, la eliminación del fonema oclusivo dental sonoro /d/ en la terminación -ado, aceptada por la norma culta castellana y de otras regiones (soldao, cansao, demasiao, en vez de soldado, cansado, demasiado) deberá ser rechazada por la norma culta hispánica, que lo mantiene en la mayor parte de zonas. Para estas decisiones se aduce el criterio diasistemático y presumimos que el de historicidad.
Por otra parte, la distinción [s]/[θ] —de [kása] frente a [káθa]—, aun siendo evidentemente minoritaria dentro del conjunto de hablas hispánicas debido a la generalización del seseo en las hablas americanas y aun en algunas españolas (canarias y meridionales), para Lope Blanch está «históricamente por completo justificada», «respaldada, además, por la ortografía tradicional —secular— de nuestra lengua» y es «además fonológicamente enriquecedora del sistema fónico español» (criterios de historicidad y funcional). En consecuencia, tanto la distinción como el seseo deben ser soluciones igualmente válidas para la norma hispánica.

Por limitación de tiempo, no nos ha sido posible completar para este trabajo una comparativa minuciosa entre estas y otras soluciones que aplica Lope Blanch al polimorfismo y las que ofrecen las dos obras panhispánicas de las academias: Diccionario panhispánico de dudas (dpd) y Nueva gramática de la lengua española (tomos 1 y 2, ngle2009; y su versión Manual, del 2010). Pero, hasta donde hemos podido llegar, el cotejo realizado permite avanzar estas observaciones:

1. Ni el dpd ni la ngle2009 responden a un modelo de tendencia estrictamente composicional, al que Lope Blanch proponía acercarse. De hecho, cabría más bien situarlos a caballo entre el monocentrismo y el polimorfismo, en dosis divergentes de una obra a la otra, con mayor peso del polimorfismo en el caso de la ngle2009.
2. El dpd muestra una tendencia monocéntrica («eurocéntrica») más acusada en estos casos:
– en el tratamiento de los usos americanos de se los, cuya pertenencia a la norma culta americana no reconoce (cf. s. v. pronombres personales átonos, § 6b, p. 529), error que la ngle2009 —más rigurosa que el dpd— corrige;
– y en el tratamiento del españolismo a por, proscrito por las gramáticas académicas al menos desde 1880 (Gómez Asencio, 2006: 43) por «combinar dos partículas incongruentes», que tanto el dpd como la ngle2009 aceptan sin vacilación.
Sobre esta tendencia del dpd al eurocentrismo, Lefsanft (2007: 235) señala, además, que cuando se dan en él explicaciones detalladas que permiten vislumbrar las distribuciones diastráticas de los usos, tales detalles «se refieren al español de España». Y añade que es «muy raro que el dpd discuta la posibilidad de que un fenómeno no pertenezca al “habla esmerada” de España», mientras que sí discute que pueda pertenecer a la norma culta de otro país.
3. Con respecto a las formas de tratamiento, ambas obras tienden al polimorfismo y se apartan de las propuestas de Lope Blanch sobre el voseo.
4. A falta del volumen de fonética y fonología de la ngle, cabe decir que el dpd coincide con Lope Blanch con respecto al seseo y a la distinción [s]/[θ].
5. En cambio, a diferencia de Lope Blanch, que excomulgaba abiertamente de la norma hispánica la forma de rehilamiento ensordecido del sonido fricativo palatal sonoro /y/ (/ʝ/ en el afi), que resulta en el fricativo palatoalveolar sordo /š/ (/ʃ/ en el afi), el dpd procede de un modo más artero: «hace caso totalmente omiso» tanto de la forma rehilada sorda como de la rehilada sonora /ž/ (/ʒ/ en el afi, que corresponde al sonido como la j en la palabra francesa jeu o en la catalana joc) y, con ello, «de su estatus normativo en el español rioplatense» (F. Lebsanft, 2007: 235). De este modo, el dpd corre un tupido velo sobre este delicado aspecto, que podría afectar a las transcripciones de voces de alfabetos no latinos que incluyan el fonema /š/ (/ʃ/) y /ž/ (/ʒ/) y a las adaptaciones más recientes de extranjerismos que también los presentan (por ejemplo, banjo, jacuzzi, jazz, jockey, share, sheriff, sherpa, shock, short, shoot, show, cash, flash y geisha), e incluso podría plantear la necesidad de reformar el alfabeto español para incorporar una representación más fidedigna del fonema /š/ (/ʃ/) (por ejemplo, el dígrafo sh) que la que proporcionan la ch o la s. En estos casos, en cambio, el dpd procede driblando el asunto de diversos modos:

– acepta el xenismo, pero prescribe una pronunciación lejana a la original: jazz jazz (pron. [yás]);
– desecha la forma extranjera y propone una forma patrimonial en su lugar: cash → efectivo; jeep → todoterreno; show → espectáculo;
– salvo en el caso excepcional del topónimo Shanghái, desecha las grafías (original o transliterada) sh y j y fija o propone su adaptación/transcripción en ch o en s para el dígrafo sh y en y para la j: Ашхабад /aʃxabat/ Asjabad; shock choque; flash → flas; short → chor; jockey → yóquey.

Con estas decisiones da a entender —y de este modo ayuda a construir la imagen unitaria y homogénea del español que las academias quieren propagar— que no hay pronunciación genuina y culta del español que en estas palabras avale el mantenimiento del dígrafo sh y la admisión de las pronunciación /š/ (/ʃ/) y /ž/ (/ʒ/).

5. Modelo neutro

El llamado neutro es un modelo de estándar no general, elaborado con fines netamente comerciales y de intercomprensión en ciertos sectores productivos con un mercado transnacional (traducción/doblaje y producción en medios audiovisuales, en medios editoriales y en medios de comunicación; etiquetado y manuales informativos de productos, etc.) y en entornos de comunicación internacional (comunicación interna de empresas transnacionales y de organismos políticos internacionales con representación de diversas variedades geográficas de una misma lengua).
En la teoría, un estándar neutro tiene por fin eliminar en lo posible los localismos, es decir, las marcas de identidad regional que pudieran afectar la aceptación de un producto en un mercado lingüístico determinado o la intercomprensión entre hablantes de distintas variedades geográficas. Según esto, el proceso de neutralización debe ampararse fundamentalmente en el criterio de diasistematicidad y rechazar el de especificidad. Pero el hecho de que estos estándares suelan elaborarse de manera improvisada por profesionales sin conocimientos específicos ni experiencia en estandarización (traductores, redactores, directores de doblaje...), que no conocen bien la(s) variedad(es) que deben neutralizar ni cuentan con formación, recursos lingüísticos u obras de referencia para conocerla, y aún menos con asesoría técnica especializada, hace que finalmente se obtengan resultados muy dispares según la intuición, la pericia, las ideas y juicios lingüísticos y el saber idiomático de quienes los elaboren, y que habitualmente no reflejen criterios y procedimientos sistemáticos ni coherentes con la finalidad del estándar (cf. Lila Petrella, 1998: 986-987). De hecho, lo común es que la mayor parte de procesos de neutralización acaben resultando en una serie de normas dialectales (usos con carácter normativo en sus zonas respectivas) yuxtapuestas, que «no contemplan la difusión de los fenómenos lingüísticos en áreas mayores con una norma hispanoamericana subyacente» (Lila Petrella, 1998: 987). Por tanto, la creencia de muchos empresarios en la existencia de un español neutro es completamente infundada. Ni hay un solo estándar neutro —si acaso lo son muchos de los que así se denominan— ni existen los necesarios recursos lingüísticos para elaborarlo, ni está descrito y asentado el paradigma metodológico que permita desarrollarlo.
A pesar de ello, algunos académicos como el director de la Asociación de Academias de la Lengua Española, Humberto López Morales, confían incondicionalmente en la supuesta capacidad homogeneizadora de los medios de comunicación internacionales y de la industria audiovisual en español que trabaja con formas «neutralizadas» de esta lengua. A nuestro juicio, tan desmedida fe no se explica si no se interpreta como una sublimación del fortísimo deseo que preside la ideología panhispanista y la acción académica desde los años posteriores a la independencia colonial: que la dispersión del español —y de su comunidad de hablantes nativos— no quiebre su «unidad espiritual y cultural».

6. Modelo polimórfico

El polimorfismo léxico y morfosintáctico es el aspecto consustancial a la variedad que más dificultades plantea a la reducción que todo estándar implica. Si existe exigencia social de admisión normativa de la variedad, como ha sido el caso del español, en continua tensión entre el monocentrismo académico y la dignificación de las variedades excluidas del estándar —particularmente las americanas—, el modelo de estandarización que pretenda evitar la segregación tendrá que ceder en este aspecto, estableciendo, sin embargo, límites sin los cuales no podría obtenerse un estándar, sino una simple descripción del uso.  
El modelo panhispánico de la rae y la Asale ha ido avanzando, desde el dpd hasta la ngle2009, en este sentido, pero sin aplicar criterios sistemáticos en la admisión del polimorfismo. Veamos algunos ejemplos:

• Ejemplos de admisión del polimorfismo léxico:

jersey. ‘Prenda de punto y con mangas que cubre desde el cuello a la cintura’ y, en algunos países americanos, ‘tejido de punto’. La voz inglesa jersey se ha adaptado al español en distintas formas. En España se emplea jersey (pl. jerséis, → plural, 1d), que también tiene cierto uso en algunos países americanos: [...]. No es correcto el singular jerséi, ni los plurales jerseys o jerseises. Junto a jersey, existen las adaptaciones yérsey (pl. yerseis), usada sobre todo en América, y yersi (pl. yersis), propia de algunas zonas de Andalucía occidental: «Se puso su yérsey marinero» (Skármeta Cartero [Chile 1986]); «El yersi granate que a tía Blanca se le había quedado chico» (Mendicutti Palomo [Esp. 1991]). Se recomienda adaptar siempre la grafía a la pronunciación, de manera que quien pronuncie [jerséi] escriba jersey, quien pronuncie [yérsei] escriba yérsey y quien pronuncie [yérsi] escriba yersi. [rae y Asale, dpd2005, s. v. jersey, p. 380; la negrita es nuestra.]
short. 1. Anglicismo innecesario —usado frecuentemente en plural (shorts) con el mismo sentido que en singular— que debe sustituirse por su equivalente español pantalón corto (o pantalones cortos): [...]. En Venezuela, donde está muy arraigado el uso del anglicismo, comienza a circular la adaptación gráfica chor (pl. chores): «Uno de los vecinos [...] salió corriendo en chores y en chancletas para avisar a los bomberos» (Universal@ [Ven.] 12.5.97). [...] [rae y Asale, dpd2005, s. v. short, p. 600; la negrita es nuestra.]

• Ejemplos de rechazo del polimorfismo:

sándwich. Voz tomada del inglés sandwich —pronunciada corrientemente [sánduich o sánguich]— que designa el conjunto de dos o más rebanadas de pan, normalmente de molde, entre las que se ponen distintos alimentos. En español debe escribirse con tilde por ser palabra llana acabada en consonante distinta de -n o -s (→ tilde2, 1.1.2). Su plural es sándwiches (→ plural, 1i): [...]. Esta es la forma mayoritariamente usada por los hablantes cultos en todo el ámbito hispánico, aunque en algunos países americanos, especialmente en Colombia, Venezuela, Chile y el Perú, circulan adaptaciones como sánduche o sánguche, más propias de registros coloquiales y desaconsejadas en favor de la unidad. Con este mismo sentido, existe la palabra española emparedado, puesta en circulación en el último tercio del siglo xix, cuyo uso es preferible al anglicismo: [...]. [rae y Asale, dpd2005, s. v. sándwich, pp. 586-587; la negrita es nuestra.]
barman. 1. Voz tomada del inglés barman, que significa ‘persona que sirve bebidas alcohólicas en la barra de un bar, generalmente especializada en la preparación de combinados’: «La costumbre es dejar a los mozos y el barman el 15% del total de la cuenta» (Dios Miami [Arg. 1999]). Es un préstamo útil, ya que su significado no coincide exactamente con el de la voz tradicional española camarero, de sentido más general, pues así se denomina también a la persona encargada de servir las mesas de un bar o un restaurante. En Centroamérica, México o Colombia, este anglicismo alterna en el uso con la voz tradicional cantinero: [...]. En Estados Unidos y Puerto Rico se emplea a veces, con este sentido, la voz angloamericana bartender, cuyo uso se desaconseja, en favor de barman, por razones de unidad. [rae y Asale, dpd2005, s. v. barman, p. 87; la negrita es nuestra.]

Se admiten, pues, todas las adaptaciones (gráficas y fonéticas) de jersey y de short registradas por los redactores del dpd, pero se rechazan algunas de las registradas para sandwich y también los préstamos a partir de voces distintas que en castellano funcionan como sinónimos de barman. En la voz barman, se arguye, al parecer, un criterio de diasistematicidad para favorecer el préstamo barman (se dice que es más común que bartender), criterio, en cambio, que se omite en jersey. En la voz sandwich se rechazan sánduche y sánguche en razón de los criterios de selección diasistemático y diastrático (se dice que es más culto y más común sándwich), mientras que en short se admite la adaptación chor a partir del término inglés short, pese a estar, según el dpd, geográficamente restringida (el dpd sólo la localiza en Venezuela) y ser propia de los registros coloquiales; de hecho, de los seis casos de chores que aparecen en el crea (chor no se documenta), cinco corresponden a registros orales. En todos los casos, por criterio de autonomía, se admiten las formas genuinas si las hay (emparedado, pantalón corto, cantinero).
Así pues, en función de qué criterios se apliquen o se omitan de manera —por lo visto— aleatoria, en la norma panhispánica la admisión del polimorfismo léxico lleva a veces a no restringir la aceptación del polimorfismo registrado (jersey, yérsey y yersi) y a veces a restringirla. De nuevo, esta obra se tambalea por carecer de cimientos firmes: el establecimiento previo de un modelo normativo que aplique criterios sistemáticos.

7. Modelo segregador

El estándar que se ajusta a un modelo segregador requiere la existencia de una estándar general previo para la misma lengua, que el estándar segregado desea renovar sobre principios distintos o del que desea diferenciarse de una manera más o menos acentuada. 


Las razones que mueven a la segregación pueden ser diversas y darse de manera aislada o combinada; por ejemplo:

1. Falta de representatividad: puede ocurrir que el estándar original sea poco representativo de la variedad y que, por ello, no se identifique con él la comunidad que opta por elaborar el estándar segregado.
2. Conciencia nacional diferenciada: puede ocurrir que el estándar original sea comprehensivo y representativo de todas las variedades, pero aun así el deseo de autonomía de una comunidad lingüística que se siente distinta del resto de hablantes de su lengua exige la creación de un estándar que la haga visiblemente diferenciada.
3. Agravios históricos: si ha habido un menosprecio social histórico de la comunidad lingüística que decide crear su propio estándar como modo de dignificación.
4. Estándar original defectuoso u obsoleto: el estándar original presenta numerosos errores, inconsistencias y huecos o está elaborado sobre principios trasnochados;
5. Inadecuación funcional local: se rechaza el estándar original, que se juzga extraño o demasiado general para servir a determinados campos de ordenamiento lingüístico de un territorio político determinado.

Las propuestas de reforma ortográfica de Bello y Sarmiento que ocasionaron la secesión ortográfica del español en el siglo xix se fundamentaban en todas estas razones, en distinta dosificación según el parecer de Bello o de Sarmiento.


Los estándares segregadores cuyo objetivo sea la simple diferenciación priorizarán la aplicación del criterio de autonomía (subcriterio de especificidad) y podrán además redenominar la lengua. Los que persigan la renovación, aplicarán una combinación nueva de criterios, de los que resultará una selección distinta. Los que deseen acentuar al extremo la diferenciación, combinarán preferentemente el criterio de especificidad con el analógico y llevarán a cabo, con seguridad, una redenominación de la lengua.
Con respecto al estándar catalán fabriano (de índole composicional-polimórfica), el estándar valenciano es un estándar segregado de espíritu estrictamente diferenciador, no rupturista; es decir, en la misma línea de composicionalidad, reduce (localiza) el polimorfismo, pero mantiene criterios convergentes. Así lo reconoce la gramática de la Acadèmia Valenciana de la Llengua:

2. Criterios inspiradores de la gnv [Gramàtica normativa valenciana]
Los criterios que han inspirado la redacción de la gnv son, con carácter general, los que señala el artículo 4 de la Ley de Creación de la Academia Valenciana de la Lengua y que, en términos más concretos, se especifican en el Dictamen sobre los principios y criterios para la defensa de la denominación y la entidad del valenciano, aprobado unánimemente en la reunión plenaria del avl del 9 de febrero del 2005. Estos, fundamentalmente, son:
a) La lengua propia e histórica de los valencianos es también la que comparten las comunidades autónomas de Cataluña y de las Islas Baleares y el Principado de Andorra, así como otros territorios de la antigua Corona de Aragón (el departamento francés de los Pirineos Orientales, la ciudad sarda del Alguer y la franja oriental de Aragón) y la comarca murciana del Carxe. Los diferentes hablas de todos estos territorios constituyen una misma lengua o sistema lingüístico.
b) Dentro de este conjunto de hablas, el valenciano tiene la misma jerarquía y dignidad que cualquier otra modalidad territorial de la lengua compartida, y presenta unas características propias que el avl preservará y potenciará de acuerdo con la tradición lexicográfica y literaria propia, la realidad lingüística valenciana y la normativización consolidada a partir de las Normas de Castellón.

En consecuencia, en la redacción de la gnv se ha intentado armonizar dos principios básicos:
1. La recuperación y la priorización de las soluciones valencianas genuinas, vivas, bien documentadas en los clásicos y avaladas por la etimología y por la tradición literaria y gramatical.
2. La convergencia con las soluciones adoptadas en los otros territorios que comparten nuestra lengua, con el fin de garantizar la cohesión pertinente.


La gnv quiere ser una contribución de la avl al proceso de construcción de un modelo de lengua convergente con el resto de modalidades del idioma común. Un modelo que da preferencia a las formas valencianas, pero que también describe las variantes usadas en el resto del ámbito lingüístico compartido. [Acadèmia Valenciana de la Llengua, 2005: 14; en valenciano en el original; la negrita es nuestra.]

La segregación lingüística sólo es problemática cuando, adicionalmente, se levantan barreras políticas que excluyen el resto de estándares de la misma lengua y se limita con ello los flujos de intercambio que contribuyen a alimentar un necesario mercado lingüístico, en su sentido estrictamente económico. Este sería el caso de un ordenamiento que no convalidara, en el territorio político con estándar propio, titulaciones de capacitación en otro estándar de la misma lengua o titulaciones de conocimiento filológico de otras variedades, algo que el Partido Popular valenciano al frente de la Generalitat lleva décadas persiguiendo para la administración y la universidad valencianas, afortunadamente —para las propias variedades valencianas— sin éxito (Neus Caballer, 02/02/2010: en línea). Aplicado con un espíritu abierto y cooperador, el modelo segregador no tiene mayor consecuencia que el pluricentrismo normativo y una mayor tolerancia y capacitación plurilectal. A pesar de ello, las academias de la lengua española sienten verdadero pánico ante este modelo, que no cesan de atribuir a un «denostable espíritu de campanario», olvidando que los campanarios están en el corazón de los pueblos y que en ellos siempre anida vida.


Bibliografia
 
Senz, Silvia, Jordi Minguell y Montserrat Alberte: «Las academias de lalengua española, organismos de planificación lingüística», en: Silvia Senz y Montserrat Alberte: El dardo en la Academia. Barcelona: Melusina, 2011, vol. 1, 371-550.