El asunto del empleo u omisión del artículo ante los años es una cuestión que las academias han embrollado hasta lo indecible desde que se fue acercando el año 2000 y a alguien se le ocurrió formularles una duda sobre este particular en el sitio de internet de la RAE. Según comenta José Martínez de Sousa en su Ortografía y ortotipografía del español actual (OOTEA3, 2014, p. 278), como respuesta nada reflexionada a esta duda, la Academia española recomendó el uso sin el artículo para los años posteriores al 1999. Pero ante el empecinado empleo del artículo por parte del hablante y las críticas recibidas, se vio obligada a rectificar. Como particularmente la RAE no lleva bien reconocer los errores, lo que ocurrió es que rectificó a medias, y así es como se inició un camino errático sobre este asunto en la obra académica. Sigámoslo paso a paso para intentar llegar a buen puerto.
En la primera edición del Diccionario panhispánico de dudas (DPD2005, s. v. «Fecha», § 4c), las academias decían:
a) Del año 1 al 1100 es más frecuente el empleo del artículo, al menos en la lengua hablada: Los árabes invadieron la Península en el 711. Pero no faltan abundantes testimonios sin artículo en la lengua escrita: «Ya en 206 a. de J. C. tiene lugar la fundación de Itálica»(Lapesa Lengua [Esp. 1942]). b) Del año 1101 a 1999 es claramente mayoritario el uso sin artículo:Los Reyes Católicos conquistaron Granada en 1492, si bien no dejan de encontrarse ejemplos con artículo: «Nací en el 1964» (RdgzJuliá Cruce [P. Rico 1989]). Si se menciona abreviadamente el año, suprimiendo los dos primeros dígitos, es obligatorio el empleo del artículo: En el 92 se celebraron las Olimpiadas de Barcelona. c) A partir del año 2000, la novedad que supuso el cambio de millar explica la tendencia mayoritaria inicial al uso del artículo: Fui al Caribe en el verano del 2000 o La autovía estará terminada en el 2010. Sin embargo, en la datación de cartas y documentos no son tan marcadas las fluctuaciones antes señaladas y se prefiere, desde la Edad Media, el uso sin artículo: 14 de marzo de 1420. Por ello, se recomienda mantener este uso en la datación de cartas y documentos del año 2000 y sucesivos: 4 de marzo de 2000. Esta recomendación no implica que se considere incorrecto, en estos casos, el uso del artículo: 4 de marzo del 2000. Naturalmente, si se menciona expresamente la palabra año, resulta obligado anteponer el artículo: 5 de mayo del año 2000.
En su OOTEA3 ( 2014, pp. 278-279), Martínez de Sousa expuso diáfanamente las evidentes objeciones que suscitan estos párrafos a cualquier mente racional (las negritas son mías):
1. «No se entiende por qué la Academia asegura que la tendencia al uso del artículo se debe a la novedad que supuso el cambio de millar. La razón no es esa, sino la mayor comodidad de los usuarios de la lengua para expresarse con el artículo que sin él. Tampoco se entiende que si la tendencia mayoritaria era el uso del artículo, la Academia colocase una nota en su sitio de Internet para recomendar el uso sin el artículo.» De hecho, como el mismo Martínez de Sousa anota, si se dice en el 3000 antes de Cristo
y no en 3000 antes de Cristo, la simple analogía lleva a decir espontáneamente en el 2002 después de Cristo y no en 2002 después de Cristo.
2. «No hay ninguna razón gramatical clara por la cual esto [el uso del artículo ante el año] deba ser de una manera o de otra; solo podemos basarnos en el uso y la tradición, mayoritariamente favorables al artículo en fechas anteriores a Cristo hasta el 1100 después de Cristo y desde el 2000 en adelante».
3. «Sorprende que la Academia hable del uso sin artículo en cartas y documentos cuando a) las cartas son también documentos; b) no se adivina cómo ha llegado a la conclusión de que, cuando se cambió de siglo y de milenio, en la datación de cartas y documentos la tendencia a la escritura con artículo fluctuó, puesto que la Academia no tuvo ni siquiera tiempo de analizar el uso. Sorprende también que diga que desde la Edad Media se prefiere el uso sin artículo, “consolidando en la práctica —dice— una fórmula establecida” […] ¿Qué fórmula? ¿Quién la había establecido? ¿Qué práctica invoca la Academia y a quién la atribuye?» Y añade este eminente ortógrafo: «Hay que recordar que en la Edad Media difícilmente se dedicaba nadie a vaticinar cómo se escribirían las fechas en el cambio del siglo xx al xxi.».
4. «Con esta última norma [“Esta recomendación no implica que se considere incorrecto, en estos casos, el uso del artículo”] habría suficiente y se habría ahorrado el marasmo creado artificial e injustificadamente en la escritura de las fechas. En cualquier caso, la fuerza de la recomendación académica (tomada como norma en forma absoluta) solo afecta a las fechas completas, no a las referencias a un determinado año en que ha sucedido o sucederá algo: La carretera se construirá en el 2008; El puente no estará terminado hasta el 2005; En el 2050 España tendrá menos habitantes que en el 2002.»
Dándose un poco de tiempo, las academias habrían podido confirmar que la tendencia espontánea entre los hablantes era al uso del artículo —algo perfectamente rastreable y verificable en los primeros años del nuevo milenio— e incorporarlo a su obra, ya que tanto alardean de que la norma simplemente recoge el uso. Pues no sólo no lo hicieron, sino que su improvisación e incoherencia condujo a que, incluso entre profesionales de la lengua (particularmente periodistas, traductores y hasta correctores), empezara a cundir la idea (y la práctica) de que había que omitir sistemáticamente el artículo ante los años posteriores al 2000.
Por fortuna, una de las pocas obras académicas que tienen detrás un trabajo concienzudo de estudio y análisis del uso, la Nueva gramática de la lengua española (NGLE2009), intentó poner un poco de orden y racionalidad en el asunto. Así, la NGLE (§ 14.8p) observa la falta de naturalidad en la elisión del artículo en los siguientes casos (la negrita también es mía):
14.8p La estructura del numeral que designa el año es también pertinente para la elección del artículo. Se ha observado que la presencia de artículo es más frecuente cuando se trata del año 2000 o los posteriores a él, exceptuadas las oraciones copulativas a las que se hizo referencia en el § 14.8ñ. Resultaría, en efecto, forzada la omisión del artículo que se subraya en estas oraciones:
Hablar del 2000 era hablar de un año tan remoto que el mundo tal vez estaría de cabeza para entonces (Tiempo [Col.] 7/4/1997); El2000 supuso una ruptura en la evolución creciente del nuevo empleo (Norte Castilla 6/2/2001),
o en pares como los siguientes: {1974 ~ El 2000} transcurrió sin demasiados contratiempos; Dejemos {1930 ~ el 2002} a un lado; Agradezco {a 1930 ~ al 2002} todo lo que me dejó. La variante con artículo es mucho más frecuente si el año está comprendido entre el 1 y el 1100, pero se percibe mayor alternancia en estos contextos: Algunos autores lo dan como inaugurado en el año 692 a. de C., otros en el 980, y aun en 1050 (Tagarano, San Bernardo). Cuando la referencia al año se hace por sus dos últimas cifras, se emplea siempre con artículo: Stroessner cayó en el 89.
Un año después, la también académica Ortografía de la lengua española (OLE2010) no hizo ninguna alusión a este asunto, aunque siguió omitiendo el artículo en los ejemplos de las fechas. Para rematar la confusión, la revisión en curso del DPD (s. v. «Años» § 3) obvia lo expuesto en la NGLE2009 y vuelve a sus trece:
A partir del año 2000, la novedad que supuso el cambio de millar explica la tendencia mayoritaria inicial al uso del artículo: Fui al Caribe en el verano del 2000 o La autovía se terminó en el 2010, pero hoy la mención de estos años ya se ha asimilado a la del resto y es más habitual omitir el artículo [sic]: En 2023 se espera una fuerte bajada de la inflación.
En la datación de cartas y documentos se prefiere el uso sin artículo: 14 de marzo de 1420, 5 de noviembre de 2021. Naturalmente, si se menciona expresamente la palabra año, resulta obligado anteponerlo: 5 de mayo del año 2000.
Es mucho decir que «hoy la mención de estos años ya se ha asimilado a la del resto y es más habitual omitir el artículo». Pero, desde luego, los casos en que esto se da son consecuencia del empeño académico en no rectificar sus errores. Es este, por cierto, un mecanismo de creación de nueva norma panhispánica demasiado común. Como decía un querido colaborador de este blog:
Lo malo es que mucha gente toma en serio, con total buena fe, lo primero que la RAE publica. Luego,la RAE cantará victoria diciendo: «Está en el uso». Y así se construye lo que llaman burocráticamente norma panhispánica pluricéntrica.
Ante este panorama, no sólo Martínez de Sousa sino no pocos autores, profesionales y redactores de libros de estilo optamos por la tendencia realmente más común en la lengua: utilizar el artículo el ante los años anteriores al 1101 y posteriores a 1999 (incluso en la datación no abreviada). Así:
De/en + año |
el/del/en el + año |
Entre 1101 y 1999: América fue descubierta en 1492. (Con las excepciones mencionadas por la NGLE2009 en el párrafo 14.8p, anteriormente citado.) |
En fechas anteriores a Jesucristo (a. C.): Esto sucedió en el 3000 a. C. |
Entre el año 1 y el 1100: Los árabes llegaron a España en el 711. |
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Desde el 2000 en adelante: Esta ley no entrará en vigor hasta el 2002. A 27 de noviembre del 2024. |